domingo, 4 de diciembre de 2011

La “terrofagia”, de cómo los latifundistas se robaron las tierras de los campesinos caroreños.


Cómo apareció el latifundio en el municipio Torres del estado Lara, cómo los conucos campesinos fueron desplazados por los grandes “señores” de la ganadería.

Pueblo campesino de Carora.
Caracas, dic de 2011. Voz Proletaria.- Nos complacemos en presentar esta interesante investigación llevada a cabo por el antropólogo Juan José Salazar, donde se explica como surgieron los latifundios en una tierra ancestralmente trabajada en común por los campesinos. Nos referimos al municipio Torres del estado Lara, cuya capital es la ciudad de Carora. En ese municipio, la producción agrícola fue sustituida paulatinamente por la ganadería, hecho que dejó improductivas grandes cantidades de tierras que hasta el día de hoy reclaman ser puestas en manos del campesinado pobre para producir en ellas y abastecer el estado Lara.

Con la terrofagia, se ponen de relieve y queda demostrado lo acertado del análisis del marxismo leninismo sobre esta materia. En “la llamada acumulación originaria”, (capítulo XXIV de el capital), Carlos Marx explica que esa acumulación, es para los economistas burgueses el equivalente del pecado original para la teología, es decir, que a los capitalistas no les conviene que quede explicado el origen de las riquezas que supuestamente “se han ganado con esfuerzo y trabajo duro”. Al burgués no le gusta que sepamos de donde viene el régimen “democrático” que ellos representan, este régimen o modo de producción capitalista proviene de la expropiación de la tierra a las grandes masas campesinas.



Carlos Marx.
En otras palabras, para explicar como se produjo este proceso, Marx exponía que en el capitalismo, el dinero se convierte en capital, de este sale la plusvalía y la plusvalía engendra nuevo capital “Sin embargo (dice Marx), la acumulación de capital presupone la plusvalía, la plusvalía la producción capitalista y ésta la existencia en manos de los productores de mercancías de grandes masas de capital y fuerza de trabajo”.

Más adelante, Marx explica: “Todo este proceso parece moverse dentro de un círculo vicioso, del que sólo podemos salir dando por supuesta una acumulación “originaria” anterior a la acumulación capitalista (…) Una acumulación que no es resultado, sino punto de partida del régimen capitalista de producción”.

Sencillamente, el entramado mundo de la economía capitalista parece ser un círculo perfectamente cerrado (dinero-mercancía-dinero y mercancía-dinero-mercancía), pero evidentemente no lo es, tiene un origen, un primer impulso que puso a funcionar este modo de producción y Marx lo denominó acumulación originaria, fuente del robo que hicieron los capitalistas a los campesinos.

Queda claro pues, que para la existencia del capitalismo, es necesaria la expropiación y desplazamiento de los campesinos de las tierras donde estos producen. Es esto, precisamente lo que explica Juan José Salazar en el artículo que presentamos.

Anteriormente hemos publicado un artículo, donde el oscurantista y retrógrado Henrique Dussel afirma que “el Marxismo-Leninismo no es acorde a la realidad latinoamericana”. Este estudio científico del antropólogo caroreño echa por tierra las divagaciones que Dussel hace a tientas y de manera poco seria.

El Marxismo-Leninismo, da una respuesta contundente y una explicación al problema de la tierra, la descripción que de esta se hace en “la llamada acumulación originaria”, “la nacionalización de la tierra” por nombrar algunos ensayos, es acertada, nos toca ahora llevar ese análisis a nuestra realidad y contemplar cuan exacto y cuan aplicable es el Marxismo-Leninismo para nuestras condiciones como nación capitalista dependiente y para avanzar hacia la sociedad comunista.

Cuando hablamos de las condiciones de cada país para la aplicación del Marxismo-Leninismo, en realidad nos referimos a cuestiones de forma, fenomenológicas, pero, las cuestiones centrales, es decir, marxista-leninistas, son de contenido, son de esencia y las líneas base más generales del ML, son perfectamente aplicables en cualquier lugar del mundo donde exista el desarrollo de la sociedad, donde existan clases antagónicas.

Entre las condiciones particulares, en este caso de Carora, podremos ver que el alambre de púas, jugó un papel fundamental en el robo de las tierras a los productores originarios. Antes de eso, la agricultura estaba en manos de pequeños productores que, evidentemente bajo el desarrollo del capitalismo tienden a proletarizarse la gran mayoría y, unos pocos se convierten en burguesía-semifeudales.

Otra característica, es que, una vez desplazados los campesinos las tierras fueron usadas para pastoreo. Las zonas agrícolas se convirtieron en criaderos de ganado y lo que se sembraba era pastizal para alimentar a ese ganado. De aquí viene la fábula popular de la sustitución del maíz por el cacho y del conuco por el pajonal, haciendo mención que se eliminaba la agricultura para pastoreo y las siembras de cereales se sustituían por la siembra de paja.

La “Terrofagia” es un ejemplo científico de cómo debemos investigar para develar las condiciones objetivas del campo venezolano.

La Terrofagia, proceso de formación del latifundio caroreño (Por Juan José Salazar).

A continuación, trataremos el proceso de formación del latifundio caroreño, a través de la terrofagia practicada por los latifunditas, y sus efectos en el hombre y la tierra torrense.

En el municipio Torres, del estado Lara, hasta las primeras décadas del pasado siglo, no se habían conformado totalmente los grandes propietarios de tierras. Encontramos para ese momento, numerosas sementeras, produciendo gran variedad de cereales que surtían la despensa de la población caroreña. Para proceder a cercar en aquel momento, había que:

“valerse del sistema de palizadas, constituidos por estantillos paralelamente separados cuyo seno se nutría de ramazones espinosos como las del cují, úvedas, etc., o por palos a pique de su maderamen sólido y resistente como de vera, curarí, marfil, orayuan, etc. Pero en el primer caso, resultaban las cercas muy efímeras y en el segundo caso muy costosas”. (Zubillaga Perera).

Por lo tanto, solo se cercaba para fundar pequeños conucos de extensión muy limitada. De esta manera, el pequeño cultivo se convirtió en la forma de agricultura predominante, generalizándose en toda la región del municipio. Tal era la prosperidad de la zona, bajo esta forma de producción en aquel tiempo que Zubillaga Perera, haciendo referencia al Dr. Riera Silva, decía que este “hubiera podido ufanarse de que el distrito Torres, era en Venezuela, una comarca democrática de pequeños propietarios más o menos felices”.

Este equilibrio en el campo se rompió cuando llegó a las casas de comercio caroreño, un elemento comercial nefasto e inesperado, el alambre de púas, perturbador de la vida del campesino, que fue acabando con la prosperidad de aquella agricultura de conuco, tan nefasto resultó el alambre de púas, como la magnitud de su voracidad por engullirse la tierra, que lo bautizaron con el nombre de: Lengua de la terrofagia.

Esta inesperada aparición del alambre de púas para el pequeño conuquero más bien facilitó al latifundista la cerca de tierras, cercado cuya referencia y significación era posesión y propiedad absoluta. Comenzó la lucha del pajonal contra el conuco, o el cacho contra la mazorca. El alambre de púas concedió las ventajas al latifundista, que condujo al acaparamiento de estas grandes extensiones de tierras.

Al respecto, Zubillaga Perera comentó: “…poco a poco, pero con traslado cada vez más creciente, rollos de alambre púas fueron introduciéndose, con especialidad a las zonas distritales donde había bosques porque allí también estaban los conucos; y como hubo algún buen entendedor de la facilidad con que el pasto de guinea pudiese hacerse a merced del conuquero que ya había descuajado la montaña y puesto la tierra en magníficas condiciones para que el pasto prosperara, después, o simultáneamente con las primeras cosechas fueron traídas a lo que hoy se llama “Quebrada Arriba” entre la región famosa de “El Blanco”, semillas de paja guinea para hacer las primeras fundaciones de potreros formales que se conocieron en el distrito”.

De esta forma, los latifundistas formaron los potreros, con un costo de inversión muy bajo. Paralelamente queda tácita la legalidad de la posesión de la tierra. En este sentido, Zubillaga Perera continúa diciendo: “Potrero grande (que es el nombre de origen de esas tierras de “Quebrada Arriba”) esa posesión acusada por la corona española por uno de los fundadores coloniales, pero cuya verdadera propiedad no consta en ningún título de modo que centenares, miles, tal vez, de personas, puedan alegar con la misma razón que alegan los que la estiman suya, que allí tienen derecho. Siendo, pues, “Potrero Grande” algo en categoría más o menos de realengo, los conuqueros sembraban en esas tierras sin que nadie los encocorara con mayores molestias. Había, entonces, por supuesto por esa zona de bosques espesos, numerosas pequeñas sementeras, y, era fama que “Quebrada Arriba” era la despensa del distrito. Ciertamente nos abastecía (en mayor parte) de cereales y quedaba por exportar un buen resto.”

Este testimonio refleja como funcionaba el procedimiento para detentar la propiedad sobre la tierra, es decir, que no poseían un documento ínclito donde se atestiguara su legalidad sobre el suelo, y sin embrago, cada campesino sabía y respetaba el pedazo de tierra que le correspondía a cada cual.

En esta lucha del pajonal contra el conuco, resultó vencedor el primero, debido, como dijimos anteriormente a la facilidad con que el latifundista podía sembrar pasto sin ningún problema, además de la poca inversión que tenía que hacer, a ello se le agregaba, la complicidad que le prestaba el alambre de púas a aquellos “grandes señores que poco a poco fueron comprando conucos poniendo como condición que les regaran semillas de pasto de guinea. En la zona de “Quebrada Arriba” que es apta para el cultivo de pastos, la extensión de los pastizales se dio apresuradamente”. En consecuencia, los conucos fueron desapareciendo, convirtiéndose en grandes potreros.

En otra de las regiones del municipio Torres, donde se evidencia la lucha del cacho contra la mazorca, es en “El Empedrado”, zona en la que tradicionalmente se practicaba la agricultura de conuco. Allí labraban sobre posiciones comuneras, donde existían varios “derechantes” de la posesión comunera con derecho a usufructo sobre la tierra.

Las excelentes condiciones climáticas y la alta calidad de las tierras para la agricultura, despertaron la voracidad de los terratenientes. Una vez más, recurrieron a su nuevo aliado, el alambre de púas. Y de igual forma, como ocurrió en “Quebrada Arriba”, la agricultura de “El Empedrado” sucumbió. Y esta afirmación se concreta en un editorial de Cantaclaro que: “desgraciadamente parte de la posesión de “El Empedrado” pasó a manos que prefirieron la cría a la agricultura. Por eso vino el enemigo número uno de la propiedad social representado en el alambre de púas, y por consiguiente el latifundio ganadero fue privativo, con el deplorable espectáculo del predominio del cacho en las tierras clásicas de la mazorca”.

El Empedrado, que en otrora se había convertido en una de las regiones más productivas y prometedoras del estado Lara, se vio afectada, en el mismo momento, por el latifundismo que puso sus garras sobre estas tierras, y originó una crisis en la agricultura, específicamente del maíz, además escaso debido al acaparamiento por comerciantes inescrupulosos. De esta lamentable forma, fue llevándose a cabo el proceso de sustitución de la agricultura por la ganadería, en las zonas más aptas para el cultivo de todo el municipio Torres.

En conclusión, podemos advertir que lo ocurrido en el municipio Torres, descrito por Juan José Salazar, no es excepción ni mucho menos una casualidad, sino que esto ha ocurrido en líneas generales en el mundo entero, o más bien, en los lugares donde el capitalismo sustituyó a regímenes de producción anteriores a él.

Si bien, en todas partes no se sustituyó el “maíz por el cacho”, sino que también perduraba la agricultura pero pasaba a las manos de los señores feudales que a su vez, con el tiempo la cedían en arriendo a los burgueses. Pero el fenómeno de desplazamiento es lo fundamental para imponer lo que será la acumulación originaria que engendrará capital para reproducir el actual modo de producción burgués.

La mayoría de las tierras caroreñas, como lo expresa el antropólogo Juan José Salazar, están ociosas en manos de poderosas familias de latifundistas ganaderos. Nuestra propuesta, como Marxista-Leninistas, es la expropiación inmediata a los expropiadores y, luego poner a producir colectivamente y con tecnología de punta estas zonas tan ricas, con unas tierras cultivables de asombrosa fertilidad para la agricultura; las zonas ganaderas pueden ser desplazadas a tierras de menos productividad, ya que esa actividad no demanda fertilidad del suelo.  A esto se suma que las familias más poderosas se apoderaron de las esferas políticas de ese municipio, desde las legislaturas, juntas electorales, alcaldía, etc., desde las cuales han convalidado la usurpación y la expropiación de los ejidos que eran propiedad de la comunidad.

Queda a claras luces que la propiedad privada sobre la tierra es un obstáculo para la soberanía agroalimentaria de nuestro país, puesto que esa frena cualquier iniciativa, no responde a los intereses que demanda la nación, sino a los intereses comerciales, de competencia y de mercado capitalista.

Las investigaciones de Juan José Salazar son ricas y amplias en lo que concierne al latifundio en Torres, no nos podemos quedar en títulos, sino que nos sentimos obligados a publicarlas de manera paulatina y contribuir de esta manera en el debate y en dar a conocer la naturaleza de estas prácticas feudales que deberían dejar de existir en nuestro país.

Sala de investigación y redacción de Voz Proletaria – Mov. Gayones.
Caracas – Venezuela.

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