Cómo
apareció el latifundio en el municipio Torres del estado Lara, cómo los conucos
campesinos fueron desplazados por los grandes “señores” de la ganadería.
Pueblo campesino de Carora. |
Caracas, dic de 2011. Voz Proletaria.- Nos
complacemos en presentar esta interesante investigación llevada a cabo por el
antropólogo Juan José Salazar, donde se explica como surgieron los latifundios
en una tierra ancestralmente trabajada en común por los campesinos. Nos
referimos al municipio Torres del estado Lara, cuya capital es la ciudad de
Carora. En ese municipio, la producción agrícola fue sustituida paulatinamente
por la ganadería, hecho que dejó improductivas grandes cantidades de tierras
que hasta el día de hoy reclaman ser puestas en manos del campesinado pobre
para producir en ellas y abastecer el estado Lara.
Con la terrofagia, se ponen de relieve y queda
demostrado lo acertado del análisis del marxismo leninismo sobre esta materia.
En “la llamada acumulación originaria”, (capítulo XXIV de el capital), Carlos
Marx explica que esa acumulación, es para los economistas burgueses el
equivalente del pecado original para la teología, es decir, que a los
capitalistas no les conviene que quede explicado el origen de las riquezas que
supuestamente “se han ganado con esfuerzo y trabajo duro”. Al burgués no le
gusta que sepamos de donde viene el régimen “democrático” que ellos
representan, este régimen o modo de producción capitalista proviene de la expropiación
de la tierra a las grandes masas campesinas.
Carlos Marx. |
En otras palabras, para explicar como se
produjo este proceso, Marx exponía que en el capitalismo, el dinero se
convierte en capital, de este sale la plusvalía y la plusvalía engendra nuevo
capital “Sin embargo (dice Marx), la acumulación de capital presupone la
plusvalía, la plusvalía la producción capitalista y ésta la existencia en manos
de los productores de mercancías de grandes masas de capital y fuerza de
trabajo”.
Más adelante, Marx explica: “Todo este proceso
parece moverse dentro de un círculo vicioso, del que sólo podemos salir dando
por supuesta una acumulación “originaria” anterior a la acumulación capitalista
(…) Una acumulación que no es resultado, sino punto de partida del régimen
capitalista de producción”.
Sencillamente, el entramado mundo de la
economía capitalista parece ser un círculo perfectamente cerrado
(dinero-mercancía-dinero y mercancía-dinero-mercancía), pero evidentemente no
lo es, tiene un origen, un primer impulso que puso a funcionar este modo de
producción y Marx lo denominó acumulación originaria, fuente del robo que
hicieron los capitalistas a los campesinos.
Queda claro pues, que para la existencia del
capitalismo, es necesaria la expropiación y desplazamiento de los campesinos de
las tierras donde estos producen. Es esto, precisamente lo que explica Juan
José Salazar en el artículo que presentamos.
Anteriormente hemos publicado un artículo,
donde el oscurantista y retrógrado Henrique Dussel afirma que “el Marxismo-Leninismo
no es acorde a la realidad latinoamericana”. Este estudio científico del
antropólogo caroreño echa por tierra las divagaciones que Dussel hace a tientas
y de manera poco seria.
El Marxismo-Leninismo, da una respuesta
contundente y una explicación al problema de la tierra, la descripción que de
esta se hace en “la llamada acumulación originaria”, “la nacionalización de la
tierra” por nombrar algunos ensayos, es acertada, nos toca ahora llevar ese
análisis a nuestra realidad y contemplar cuan exacto y cuan aplicable es el
Marxismo-Leninismo para nuestras condiciones como nación capitalista
dependiente y para avanzar hacia la sociedad comunista.
Cuando hablamos de las condiciones de cada país
para la aplicación del Marxismo-Leninismo, en realidad nos referimos a
cuestiones de forma, fenomenológicas, pero, las cuestiones centrales, es decir,
marxista-leninistas, son de contenido, son de esencia y las líneas base más
generales del ML, son perfectamente aplicables en cualquier lugar del mundo
donde exista el desarrollo de la sociedad, donde existan clases antagónicas.
Entre las condiciones particulares, en este
caso de Carora, podremos ver que el alambre de púas, jugó un papel fundamental
en el robo de las tierras a los productores originarios. Antes de eso, la
agricultura estaba en manos de pequeños productores que, evidentemente bajo el
desarrollo del capitalismo tienden a proletarizarse la gran mayoría y, unos
pocos se convierten en burguesía-semifeudales.
Otra característica, es que, una vez desplazados
los campesinos las tierras fueron usadas para pastoreo. Las zonas agrícolas se
convirtieron en criaderos de ganado y lo que se sembraba era pastizal para
alimentar a ese ganado. De aquí viene la fábula popular de la sustitución del
maíz por el cacho y del conuco por el pajonal, haciendo mención que se
eliminaba la agricultura para pastoreo y las siembras de cereales se sustituían
por la siembra de paja.
La “Terrofagia” es un ejemplo científico de
cómo debemos investigar para develar las condiciones objetivas del campo
venezolano.
La Terrofagia, proceso
de formación del latifundio caroreño (Por Juan José Salazar).
A continuación, trataremos el proceso de
formación del latifundio caroreño, a través de la terrofagia practicada por los
latifunditas, y sus efectos en el hombre y la tierra torrense.
En el municipio Torres, del estado Lara, hasta
las primeras décadas del pasado siglo, no se habían conformado totalmente los
grandes propietarios de tierras. Encontramos para ese momento, numerosas
sementeras, produciendo gran variedad de cereales que surtían la despensa de la
población caroreña. Para proceder a cercar en aquel momento, había que:
“valerse del sistema de palizadas, constituidos
por estantillos paralelamente separados cuyo seno se nutría de ramazones
espinosos como las del cují, úvedas, etc., o por palos a pique de su maderamen
sólido y resistente como de vera, curarí, marfil, orayuan, etc. Pero en el
primer caso, resultaban las cercas muy efímeras y en el segundo caso muy
costosas”. (Zubillaga Perera).
Por lo tanto, solo se cercaba para fundar
pequeños conucos de extensión muy limitada. De esta manera, el pequeño cultivo
se convirtió en la forma de agricultura predominante, generalizándose en toda
la región del municipio. Tal era la prosperidad de la zona, bajo esta forma de
producción en aquel tiempo que Zubillaga Perera, haciendo referencia al Dr.
Riera Silva, decía que este “hubiera podido ufanarse de que el distrito Torres,
era en Venezuela, una comarca democrática de pequeños propietarios más o menos
felices”.
Este equilibrio en el campo se rompió cuando
llegó a las casas de comercio caroreño, un elemento comercial nefasto e
inesperado, el alambre de púas, perturbador de la vida del campesino, que fue
acabando con la prosperidad de aquella agricultura de conuco, tan nefasto
resultó el alambre de púas, como la magnitud de su voracidad por engullirse la
tierra, que lo bautizaron con el nombre de: Lengua de la terrofagia.
Esta inesperada aparición del alambre de púas
para el pequeño conuquero más bien facilitó al latifundista la cerca de
tierras, cercado cuya referencia y significación era posesión y propiedad
absoluta. Comenzó la lucha del pajonal contra el conuco, o el cacho contra la
mazorca. El alambre de púas concedió las ventajas al latifundista, que condujo
al acaparamiento de estas grandes extensiones de tierras.
Al respecto, Zubillaga Perera comentó: “…poco a
poco, pero con traslado cada vez más creciente, rollos de alambre púas fueron
introduciéndose, con especialidad a las zonas distritales donde había bosques
porque allí también estaban los conucos; y como hubo algún buen entendedor de
la facilidad con que el pasto de guinea pudiese hacerse a merced del conuquero
que ya había descuajado la montaña y puesto la tierra en magníficas condiciones
para que el pasto prosperara, después, o simultáneamente con las primeras
cosechas fueron traídas a lo que hoy se llama “Quebrada Arriba” entre la región
famosa de “El Blanco”, semillas de paja guinea para hacer las primeras
fundaciones de potreros formales que se conocieron en el distrito”.
De esta forma, los latifundistas formaron los
potreros, con un costo de inversión muy bajo. Paralelamente queda tácita la
legalidad de la posesión de la tierra. En este sentido, Zubillaga Perera
continúa diciendo: “Potrero grande (que es el nombre de origen de esas tierras
de “Quebrada Arriba”) esa posesión acusada por la corona española por uno de
los fundadores coloniales, pero cuya verdadera propiedad no consta en ningún
título de modo que centenares, miles, tal vez, de personas, puedan alegar con
la misma razón que alegan los que la estiman suya, que allí tienen derecho.
Siendo, pues, “Potrero Grande” algo en categoría más o menos de realengo, los
conuqueros sembraban en esas tierras sin que nadie los encocorara con mayores
molestias. Había, entonces, por supuesto por esa zona de bosques espesos,
numerosas pequeñas sementeras, y, era fama que “Quebrada Arriba” era la
despensa del distrito. Ciertamente nos abastecía (en mayor parte) de cereales y
quedaba por exportar un buen resto.”
Este testimonio refleja como funcionaba el
procedimiento para detentar la propiedad sobre la tierra, es decir, que no
poseían un documento ínclito donde se atestiguara su legalidad sobre el suelo,
y sin embrago, cada campesino sabía y respetaba el pedazo de tierra que le
correspondía a cada cual.
En esta lucha del pajonal contra el conuco,
resultó vencedor el primero, debido, como dijimos anteriormente a la facilidad
con que el latifundista podía sembrar pasto sin ningún problema, además de la
poca inversión que tenía que hacer, a ello se le agregaba, la complicidad que
le prestaba el alambre de púas a aquellos “grandes señores que poco a poco
fueron comprando conucos poniendo como condición que les regaran semillas de
pasto de guinea. En la zona de “Quebrada Arriba” que es apta para el cultivo de
pastos, la extensión de los pastizales se dio apresuradamente”. En
consecuencia, los conucos fueron desapareciendo, convirtiéndose en grandes
potreros.
En otra de las regiones del municipio Torres,
donde se evidencia la lucha del cacho contra la mazorca, es en “El Empedrado”,
zona en la que tradicionalmente se practicaba la agricultura de conuco. Allí
labraban sobre posiciones comuneras, donde existían varios “derechantes” de la
posesión comunera con derecho a usufructo sobre la tierra.
Las excelentes condiciones climáticas y la alta
calidad de las tierras para la agricultura, despertaron la voracidad de los
terratenientes. Una vez más, recurrieron a su nuevo aliado, el alambre de púas.
Y de igual forma, como ocurrió en “Quebrada Arriba”, la agricultura de “El
Empedrado” sucumbió. Y esta afirmación se concreta en un editorial de
Cantaclaro que: “desgraciadamente parte de la posesión de “El Empedrado” pasó a
manos que prefirieron la cría a la agricultura. Por eso vino el enemigo número
uno de la propiedad social representado en el alambre de púas, y por
consiguiente el latifundio ganadero fue privativo, con el deplorable
espectáculo del predominio del cacho en las tierras clásicas de la mazorca”.
El Empedrado, que en otrora se había convertido
en una de las regiones más productivas y prometedoras del estado Lara, se vio
afectada, en el mismo momento, por el latifundismo que puso sus garras sobre
estas tierras, y originó una crisis en la agricultura, específicamente del
maíz, además escaso debido al acaparamiento por comerciantes inescrupulosos. De
esta lamentable forma, fue llevándose a cabo el proceso de sustitución de la
agricultura por la ganadería, en las zonas más aptas para el cultivo de todo el
municipio Torres.
En conclusión, podemos advertir que lo ocurrido
en el municipio Torres, descrito por Juan José Salazar, no es excepción ni
mucho menos una casualidad, sino que esto ha ocurrido en líneas generales en el
mundo entero, o más bien, en los lugares donde el capitalismo sustituyó a
regímenes de producción anteriores a él.
Si bien, en todas partes no se sustituyó el
“maíz por el cacho”, sino que también perduraba la agricultura pero pasaba a
las manos de los señores feudales que a su vez, con el tiempo la cedían en
arriendo a los burgueses. Pero el fenómeno de desplazamiento es lo fundamental
para imponer lo que será la acumulación originaria que engendrará capital para
reproducir el actual modo de producción burgués.
La mayoría de las tierras caroreñas, como lo
expresa el antropólogo Juan José Salazar, están ociosas en manos de poderosas
familias de latifundistas ganaderos. Nuestra propuesta, como
Marxista-Leninistas, es la expropiación inmediata a los expropiadores y, luego
poner a producir colectivamente y con tecnología de punta estas zonas tan
ricas, con unas tierras cultivables de asombrosa fertilidad para la
agricultura; las zonas ganaderas pueden ser desplazadas a tierras de menos
productividad, ya que esa actividad no demanda fertilidad del suelo. A
esto se suma que las familias más poderosas se apoderaron de las esferas
políticas de ese municipio, desde las legislaturas, juntas electorales,
alcaldía, etc., desde las cuales han convalidado la usurpación y la
expropiación de los ejidos que eran propiedad de la comunidad.
Queda a claras luces que la propiedad privada
sobre la tierra es un obstáculo para la soberanía agroalimentaria de nuestro
país, puesto que esa frena cualquier iniciativa, no responde a los intereses
que demanda la nación, sino a los intereses comerciales, de competencia y de
mercado capitalista.
Las investigaciones de Juan José Salazar son
ricas y amplias en lo que concierne al latifundio en Torres, no nos podemos
quedar en títulos, sino que nos sentimos obligados a publicarlas de manera
paulatina y contribuir de esta manera en el debate y en dar a conocer la
naturaleza de estas prácticas feudales que deberían dejar de existir en nuestro
país.
Sala de investigación y redacción de Voz
Proletaria – Mov. Gayones.
Caracas – Venezuela.
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