miércoles, 1 de marzo de 2023

Un acercamiento histórico a las luchas campesinas en Venezuela

Por:  Lic. Luis Gabriel Aparicio González



 "El latifundio como forma de propiedad de la tierra y las relaciones de explotación que en ellos surgen, serán una de las principales causas de conflictos en el campo venezolano a lo largo de su historia”.


Las luchas en el campo venezolano es un asunto que ha acompañado la dinámica política y social de Venezuela desde el propio proceso de colonización, al implantarse en estos territorios un sistema económico vinculado a la explotación de la tierra, mediante la actividad agrícola y pecuaria. Asunto que continúa estando vigente pese a que, en la actualidad las relaciones económicas y sociales del campo hayan sido desplazadas como las predominantes en el último siglo en Venezuela.

En las siguientes páginas abordaremos algunos asuntos vinculados a la cuestión agraria en Venezuela, desde la perspectiva de la clase campesina y sus luchas por la propiedad, tenencia y explotación de la tierra. 

Analizaremos cuáles son los orígenes de las relaciones de explotación en el campo, los momentos históricos de mayor conflictividad en la historia del país, las formas de organización y lucha que han tenido los campesinos y campesinas, y cuáles han sido las principales reivindicaciones del campesinado para así tener una aproximación del desarrollo histórico de los conflictos en el campo hasta el siglo XX en Venezuela.

Conquista y colonización en Venezuela 

Al llegar los primeros colonizadores europeos al continente americano, uno de los primeros asuntos de los cuales se ocupan es por la repartición de las nuevas tierras encontradas. Es decir, una vez que inicia el proceso de conquista y colonización en el continente americano, se empieza a realizar un ordenamiento administrativo y territorial para la apropiación de las tierras conquistadas. 

La primera medida que se toma en este sentido, la toma el Papa Alejando VI con las Bulas Alejandrinas de 1493, otorgando el derecho a reclamar, colonizar y evangelizar las tierras “descubiertas” por Colón en su primer viaje al reino de Castilla. Y la segunda, es la firma del tratado de Tordesillas en 1494 entre el Reino de Portugal, y los reinos de Castilla y Navarra (España), para delimitar entre estos reinos los límites para la exploración y conquista de ultramar en el Nuevo Mundo.

Ya consolidado el proceso inicial de conquista, y una vez asentados los colonizadores en estos territorios se crean y utilizan diferentes instrumentos jurídicos para la repartición y administración de las tierras conquistadas. Los principales fueron los repartimientos y las mercedes reales, que en su conjunto son el germen de la propiedad privada de la tierra en el país.

En el caso de los repartimientos fueron instrumentos dirigidos a la ocupación efectiva de la tierra, si bien no como un título de propiedad, con ellos se sentaban las bases jurídicas para que los beneficiarios de estos, pudiesen posteriormente obtener los títulos de propiedad de la tierra. En cuanto a las mercedes reales, fueron instrumentos de propiedad que otorgaba directamente la corona, y se les concedía como incentivos a quienes participaron en el proceso de conquista como pago por los servicios prestados a la corona, casi siempre en el ámbito militar. 

Sobre las poblaciones indígenas tenemos que, ya avanzado el proceso de colonización una gran parte de ellas serán sometidas al régimen de la encomienda, en donde predominan las relaciones de servidumbre. 

En este régimen era obligatorio el pago de tributos de los indígenas a los encomenderos (encargados de las encomiendas) en especias o como mano de obra, es decir, parte de su tiempo de trabajo o su cosecha debían ser entregadas en forma de tributos a la encomienda y el resto era utilizada para sus medios de subsistencia. 

La forma de producción en el campo que se va a configurar como predominante durante la colonia es la de un modelo de exportación agrícola, donde inicialmente los principales rubros de producción y exportación fueron el cuero, la caña de azúcar y el tabaco hasta mediados del siglo XVII. Luego sería el cacao que ocuparía el lugar como cultivo más importante, aunque después sería desplazado a inicios del siglo XIX por el café como principal producto de exportación en Venezuela. 

Las unidades de producción agrícola que nacen en la Venezuela colonial son: La hacienda, el hato, y la unidad de producción familiar, está última como una forma de producción que se desarrolla en algunas zonas de oriente y otras en occidente (los andes principalmente), donde se mantiene parte la base de organización autóctona indígena, y el sistema de producción es distinto a los otros mencionados.

“Tanto en los Andes como en Oriente, la producción se destinó, en un primer tiempo, a la autosubsistencia, y después, parcialmente, a la exportación (cacao, y sobre todo café en el siglo 19). Corresponde a la región de producción familiar, en la cual numerosas ciudades pequeñas, vinculadas a los puertos de exportación (…) tenían un papel de mercados, de lugares de acopio para la exportación, y de centros administrativos y religiosos. Constituyeron una red que mantenía directamente al productor campesino en contacto con las instancias del mercado y de la administración, mientras en el hato y la hacienda, el propietario era un intermediario obligado”

Las actividades ganaderas o pecuarias se desarrollan en los hatos, inicialmente la ganadería consistía en la cacería de ganado criado en libertad, pero con el paso del tiempo se utilizarían grandes extensiones de tierra dedicadas a la cría de ganado para la explotación de los productos derivados de la ganadería, en especial el cuero.

La unidad de producción agrícola por excelencia en la colonia es la hacienda, y en la medida en que el modelo de exportación agrícola se hace más importante para la economía del país y aumenta la demanda de productos como el tabaco, la caña de azúcar y el cacao. Se hace necesario para los grandes hacendados una mayor cantidad de mano de obra para el trabajo en las plantaciones, y debido a la limitada mano de obra indígena diezmada o reducida a las encomiendas, a finales del siglo XVII se comienzan a importar y utilizar mano de obra esclava proveniente de África en las plantaciones. 

La explotación de mano de obra esclava en las plantaciones de monocultivos fue la principal forma de producción en el campo venezolano durante el siglo XVIII, y permitió el crecimiento, acumulación y desarrollo económico de terratenientes y comerciantes en Venezuela. 

El peonaje era la relación de trabajo predominante para el resto de la población no esclavizada (pardos, mestizos, indígenas, esclavos manumisos e incluso blancos de orilla) de trabajadores en el campo, tanto en las haciendas como en los hatos. Los peones obtenían sus ingresos mediante el pago de salarios muy bajos, casi siempre en fichas sólo válidas dentro de la propia hacienda, o recibiendo una porción de tierra para sembrar a cambio del trabajo por algunos días en la plantación. 

Estas unidades de producción de subsistencia, en el caso venezolano se tratan del conuco, que convivían dentro del modelo de producción de exportación agrícola en haciendas y hatos.

Este sistema económico de producción y exportación agrícola, se mantiene sin cambios significativos durante todo el período colonial e incluso durante gran parte del periodo republicano, y no se transforma de manera estructural sino hasta inicios del siglo XX. 

Estos son los orígenes de las relaciones económicas y sociales en el campo venezolano, al igual que de la propiedad privada de la tierra en Venezuela como la conocemos. La concentración de tierras en la colonia se va a consolidar a través de la composiciónde tierras para regular la venta, ocupación y traspasos de la propiedad de la tierra, algo que con el tiempo y bajo diferentes modalidades será una tendencia, al menos hasta mediados del siglo XX en el país. Pues el latifundio como forma de propiedad de la tierra, y las relaciones de explotación que en ellos surgen, serán una de las principales causas de conflictos en el campo venezolano a lo largo de su historia. 

Venezuela y la república oligárquica 

En el período posterior a la guerra de independencia hay una vinculación directa entre la propiedad de la tierra con el poder político, y ya no solo con el económico. Los terratenientes van a ser uno de los grupos sociales más importantes e influyentes durante este período.

Muchos de los generales que participaron en la guerra de independencia se van a convertir en grandes terratenientes y caudillos militares, gracias a la enajenación de tierras de los grandes propietarios realistas, y al repartimiento de haberes militares luego de la independencia. En esta dinámica solo cambia la composición de los grupos de grandes propietarios de la tierra según el período, más no las relaciones económicas y de producción.

Aunque no fueron pocos los levantamientos desde la colonia exigiendo la abolición del trabajo esclavo, cambios en el sistema social de castas, y una mayor apertura económica para el comercio de Venezuela monopolizado por la metrópoli. Ninguno de estos movimientos y rebeliones populares tuvieron un contenido agrarista, refiriéndonos a la transformación de las relaciones de producción y de la propiedad en el campo. 

Esto mismo sucede en los primeros años de la lucha independentista, donde solo ante la caída de la segunda república en contra de los ejércitos de Boves, es que se comienza a hablar en el bando republicano sobre la repartición y distribución de tierras a los sectores populares como forma de incentivo para que estos se incorporen a la lucha por la independencia.

Concluida la guerra de independencia, son numerosos los conflictos internos que se dan en Venezuela durante el resto del siglo XIX, y de todas estas guerras y “revoluciones”, la que tiene mayor importancia, no solo por su duración y lo cruento de la lucha, sino también por su contenido reivindicativo de las clases populares del campo, es sin duda alguna la guerra federal o la guerra larga. 

Este conflicto se lleva a cabo desde 1859 hasta 1863 entre los sectores de la denominada oligarquía conservadora, y los federalistas que defendían los principios del liberalismo. Ezequiel Zamora, quien había participado en la insurrección de 1846 iniciada en Aragua por un grupo de campesinos comandados por Francisco José Rangel, se convierte en uno de los principales líderes del ejército federal y en el caudillo principal de las clases campesinas oprimidas.

Bajo los principios del federalismo y su proclama de “Tierra y hombres libres”, pudo encauzar las reivindicaciones de los sectores populares que vieron frustradas sus aspiraciones después de la guerra independentista, por una repartición más justa de las tierras entre los campesinos, y un cambio en el modelo en las relaciones de trabajo en el campo. Con la prematura muerte de Zamora, también muere el contenido agrarista de la guerra federal, y los vencedores una vez instaurada la república federal van a reproducir los mismos sistemas de explotación en el campo.

Abolido el trabajo esclavo en 1854 y con la instauración del caudillismo militar, las relaciones de trabajo de peonaje que algunos autores denominan como “semi-feudales” o de “servidumbre”, serán las predominantes en el campo venezolano y se mantendrán más o menos sin cambios significativos hasta el inicio de la explotación petrolera en Venezuela en el siglo XX. 

Sobre esto Raúl Domínguez nos dice: “En las plantaciones de cacao, café y caña de azúcar, reemplazaron la mano de obra esclava por la del medianero, por la del aparcero en los cultivos menores (…) y en uno que otro cultivo y en la cría, por la del peón agrícola, especie de asalariado del campo en condiciones infrahumanas”

Y continúa el autor… 
“El aparcero tenía que entregar al propietario de la tierra parte de la cosecha 
que obtuvieran (…) Por medio del contrato de medianería el propietario de la tierra entregaba al campesino medianero un lote de montaña para que la talara y sembrara, cacao o café, con la condición de que las matas que fueran sembradas se repartirían de mitad, estando obligado el medianero 
a vender las suyas al propietario de la tierra, y a su requerimiento realizar - así como los aparceros – por exiguos salarios las labores que en el fundo le fueran encomendadas”.

Los conflictos permanentes luego de la independencia en Venezuela, no modifican sustancialmente las relaciones en los campos venezolanos. Los caudillos militares y grandes terratenientes desde Páez 
hasta Gómez promueven la concentración de tierras en grandes latifundios, mientras que la gran mayoría de la masa de trabajadores del campo se encuentra excluida de la propiedad de la tierra y oprimida por duras condiciones de explotación.

El inicio de la explotación petrolera y la modernización del campo

Una vez que se inicia la explotación petrolera en las primeras décadas del siglo XX y su industria va creciendo en Venezuela, el país comienza a sufrir grandes cambios en su estructura económica y social. 

Venezuela era un país volcado a la actividad agrícola y pecuaria, donde predominaba la población rural frente a la población urbana, esta tendencia cambia en muy pocos años y ya para los años 70 se revierte esta tendencia siendo la población urbana tres veces más grande que la población rural.

La explotación agrícola deja de ser la principal actividad económica del país, y es remplazada por la explotación petrolera, es decir, el régimen de exportación de productos agrícolas es sustituido por la explotación y exportación petrolera. 

Los gobiernos posteriores a 1936 ponen en marcha medidas dirigidas a la modernización del Estado venezolano y la infraestructura física del país. Las actividades en el campo no son la excepción a esto, y es por esa razón que se adelantan leyes y reformas para regular y promover la actividad agrícola en el marco de este proyecto desarrollista.

Estas iniciativas para modernizar la agricultura tradicional, a través de la creación de una “nueva agricultura”, serán los basamentos para tratar de crear nuevas formas de producción y de relaciones sociales en el campo, como es el caso de las “colonias agrícolas” en los años 40 y 50, o la creación de las industrias agroalimentarias en las décadas posteriores.

Estas industrias estarían dedicadas al procesamiento de la materia prima de la producción agrícola y pecuaria; la producción de agroinsumos para la siembra y la cría; y a producir los insumos técnicos y tecnológicos para este tipo de producción agrícola.

Este tipo de agricultura que algunos autores definen como propiamente “capitalista”, busca desplazar las relaciones tradicionales en el campo, y lo hace a través de la tecnificación, mecanización e industrialización de los procesos productivos agrícolas.

Podemos decir que, con el nacimiento de la agroindustria en Venezuela surge también una burguesía de empresarios rurales, que sobre la base de esta forma de explotación capitalista modifican en gran parte las relaciones de trabajo en el campo, ya que no serán las antiguas relaciones de producción y trabajo las predominantes.

El trabajo en los campos deja estar regido mayoritariamente por las relaciones de peonaje, pues se fija el pago de salarios para el trabajo diario en el campo, así que igualmente podemos hablar de una proletarización del campesinado venezolano.

La organización campesina en el siglo XX

 Desde inicios del siglo XX las organizaciones políticas, estudiantiles, obreras y sindicales lideraron procesos de lucha en contra de los modelos políticos dictatoriales de la época, y lucharon por mayores libertades y derechos para los distintos sectores de la sociedad.

En el campo venezolano muchas de las organizaciones de este tipo que surgen en el siglo XX, nacen de la influencia de estos movimientos obreros y sindicales, algunos de los cuales luego se incorporarán a partidos políticos como el Partido Comunista de Venezuela (PCV), Acción de Democrática (AD) e incluso Unión Republicana Democrática (URD). 

En el II Congreso de Trabajadores convocado en Caracas en noviembre de 1947, y con la participación de diversos sindicatos agrícolas se constituye la Federación Campesina de Venezuela (FCV). Raúl Domínguez nos transcribe parte del texto aprobado como conclusiones de este encuentro, en donde se rescata lo siguiente: 

“La Federación Campesina de Venezuela sostiene como principios fundamentales de su doctrina política, que la solución integral y definitiva del problema agrario reside en la nacionalización de la tierra y en la socialización de la producción agropecuaria (…) Para alcanzar esta meta suprema de la misión histórica del campesinado es indispensable arribar al estadio de la democratización de la tierra…”

Aunque sobre la FCV, el mismo autor posteriormente nos plantea que ya en los años 60 “… los dirigentes de la Federación Campesina de Venezuela se burocratizaron, ocuparon cargos en los diversos organismos deliberantes, los consejos municipales, las asambleas legislativas y dieron la espalda a los principios proclamados en el Congreso…”

El PCV y AD participaron activamente en la resistencia frente a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en la cual se ejerció violencia sistemática en contra de comunidades campesinas. Siendo uno de los casos más representativos “La masacre de Turén” en el estado portuguesa, donde decenas de campesinos fueron masacrados por el ejército, en respuesta por la toma en armas de un puesto de la Guardia Nacional.

Finalizada la dictadura y con Rómulo Betancourt como presidente, se promulga La Ley de Reforma Agraria en 1961. Esto en el contexto político de la movilización popular que representó el 23 de enero de 1958, y de la instauración del proyecto democrático entre las elites del país y los partidos políticos AD, COPEI y URD con la firma del pacto de Punto Fijo, y la exclusión del PCV y los sectores de la izquierda política del país de dicho pacto. 

Diversos autores que han tratado este tema a profundidad, coinciden en que los objetivos de esta Ley de Reforma Agraria no impactaron en la práctica, en cuanto a la realización de los postulados trazados en todo su articulado. Que trataban esencialmente sobre la sustitución de la gran propiedad latifundista por la pequeña y mediana propiedad, la adjudicación de tierras a los campesinos que no disponían de ellas, y la inclusión de algunos conceptos novedosos como el de la “función social de la propiedad” en el caso de las tierras improductivas para ser expropiadas.

Para finales del período presidencial de Betancourt “…según los datos (…) fue objeto de reforma agraria con superficie aproximada de un millón y medio de hectáreas distribuidas entre 56.000 familias (…) Este panorama se torna desolador si recordamos la cifra acumulada de 350 mil familias al comienzo del período”.

A partir de la década del sesenta las luchas en el campo se transforman, y esta vez es el Estado quien directamente reprime al campesinado bajo diferentes modalidades. Desde los episodios de violencia desarrollados en el marco de la lucha armada en Venezuela en los años 60, entre el ejército y las guerrillas de izquierda del PCV y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), hasta los reclamos por la tierra, y las tomas e invasiones de campesinos a grandes latifundios improductivos, donde casi siempre las instituciones del Estado beneficiaron a los terratenientes.

Casos como el de los fundos de los Cañizos y Palos Quemaos en Yaracuy y la lucha por la propiedad de la tierra allí emprendida, las diferentes tomas campesinas en fundos de Apure, Portuguesa, Cojedes, la 
región del Sur de Lago en Zulia y el resto de las regiones campesinas en el país, dan cuenta de que la conflictividad en el campo se mantiene en las décadas finales del siglo XX, y la movilización y acciones de las clases campesinas adquieren otras formas de organización y lucha que hasta ese momento no se habían mostrado, para hacer presión al Estado venezolano en cumplir con la reforma agraria prometida en 1960.

Este es el panorama en el campo para finales del siglo XX, con una reforma agraria inconclusa, distintas formas de organización y trabajo surgiendo durante las décadas de los 70, 80 y 90. Aunque con las mismas reivindicaciones históricas por el acceso a la tenencia y propiedad de la tierra aún vigentes. 
El siglo XXI en Venezuela con la promulgación de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrícola (LTDA), se abre un nuevo panorama en cuanto al tema agrario en Venezuela. Este instrumento ha traído consigo otras formas de propiedad y relaciones en el campo venezolano, durante las dos primeras décadas de su implementación han surgido nuevas formas de organización de la clase campesina que han contribuido el acceso, tenencia y democratización de la tierra, y las luchas y reivindicaciones de los campesinos y campesinas en el país han tomado otras características distintas a las del siglo pasado.

fuente: Revista Tierra y Futuro enero 2023

Fuentes bibliográficas
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Fuentes hemerográficas
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