viernes, 11 de enero de 2013

Historia: 1860 muerte del general Ezequiel Zamora.

General del Pueblo soberano Ezequiel Zamora.
El día 10 de enero se cumplen 153 años de la muerte del general del pueblo soberano Ezequiel Zamora. Ese fatídico día, Zamora se encontraba en la ciudad de San Carlos (estado Cojedes) en medio del asedio que su ejército federal tenía a las ya dispersadas tropas de la oligarquía conservadora que huían, cuando recibió un balazo desde el campanario de una iglesia.

La guerra civil venezolana (1858-1863) entre liberales y conservadores, conocida también como guerra federal o guerra de los cinco años, fue uno de los episodios más sangrientos y más heroicos de la historia de nuestro país. Zamora convirtió esta guerra en un verdadero movimiento popular de liberación que luchaba por la entrega de la tierra a los campesinos y el exterminio de la oligarquía.

Bajo la consigna de “Tierras y hombres libres”, Zamora dirigió un poderoso ejército popular que en sus propias palabras causaba “horror a la oligarquía”. Es de destacar que existe una particularidad en este ejército, las tácticas de guerra de guerrillas y la increíble y novedosa guerra de trincheras unida a la guerra psicológica.

La guerra de trincheras aplicada por el ejército federal, sólo fue utilizada por los países poderosos 50 años más tarde en la Primera Guerra Mundial Imperialista (1914-1918). A mediados del siglo XIX, mientras en Europa se peleaba al estilo medieval, con sables y choques cuerpo a cuerpo entre ejércitos enteros, en la guerra civil venezolana, las tropas federales de Zamora, causaban estragos desde sus trincheras a los obsoletos ejércitos oligarcas.

Expertos en el área militar concluyen, casi siglo y medio después, que ningún ejército en el mundo estaba en condiciones de derrotar a los federalistas dirigidos por Zamora debido a la combinación de guerra convencional con guerra de guerrillas y guerra psicológica, tácticas que en plazos realmente breves dispersaron a los ejércitos conservadores. Un ejemplo de esto es la conocida batalla de Santa Inés (estado Barinas) el 10 de diciembre de 1859.

En esta batalla, las tropas de Zamora simularon ser derrotadas y emprende la huida, mientras eran perseguidas, tenían apostados francotiradores en el camino que se encargaban de eliminar a los generales enemigos. La simulada huida, condujo al ejército oligarca a campo abierto, donde fueron blanco fácil de las trincheras federales. Por último, los gruesos de las tropas de Zamora remataron al enemigo que era en teoría superior.

Muchas fueron las victorias de los federales quienes avanzaron contundentes por todos los campos de batalla a nivel nacional. La batalla de Santa Inés, significó para los conservadores un golpe demoledor que abrió el camino a los federales para Caracas y la victoria final.


Después de Santa Inés, Zamora se dirigió sin oposición alguna al centro del país a través de Barinas y Portuguesa, sin embargo, antes de dirigirse a Caracas a tomar el poder (acción que se llevaría a cabo prácticamente sin combatir), Zamora decide que sus tropas deben dirigirse a San Carlos a exterminar algunos remanentes de los ejércitos de la oligarquía que se habían convertido en bandas desarticuladas de asaltantes.

Mientras organizaba la dirección de un ataque contra los godos, desde el campanario de una iglesia, un francotirador godo infiltrado en las filas federales, disparó e hirió de manera mortal al general Zamora.

La guerra de guerrillas permitió a Zamora eliminar con actos individuales a los más importantes generales enemigos, acciones que permitieron sacar provecho de la dirección propia en las batallas.

La guerra psicológica jugó un papel fundamental, pues entre los pueblos dejó correr rumores y consignas que hacían estremecer de miedo a sus enemigos. Algunos pasajes del himno de la federación lo dejan patentado: “El cielo encapotado anuncia tempestad, el sol tras de las nubes pierde su claridad…yo quiero ver a un godo colgado de un farol y cientos de oligarcas con las tripas al sol, oligarcas temblad viva la libertad”. Este himno pegadizo, rápidamente se esparció por todo el país y era cantado y tarareado por los campesinos y los pueblos por donde pasaban los ejércitos de la oligarquía.

Para su época, las letras del himno de la federación, causaban literalmente espasmo y terror en el seno de los ejércitos conservadores.

La inesperada muerte de Ezequiel Zamora, cambió el rumbo de los acontecimientos y la línea favorable y victoriosa de los federales. Actualmente los restos de Zamora se encuentran en el Panteón Nacional.

Al final, la guerra civil culminó con un pacto entre ambas partes, que le otorgó la victoria nominal a los federales. A pesar de las cacareadas consignas posteriores de “guerra del pueblo” o “victoria popular”, la consagración de la federación fue una ficción que, como diría el general federalista José Loreto Arismendi “sustituyó a unos ladrones por otros”. Mientras tanto, la base material de la oligarquía continúo intacta. No en vano, muchos autores aseguran que la guerra civil, nunca pasó de ser un intercambio ideológico entre las élites de ambos bandos luego de la muerte de Zamora.

No sabemos a ciencia cierta que hubiera pasado de no haber muerto Zamora y ser proclamado presidente. Aunque algunos historiadores afirman que el general leía a sus tropas el Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels para agitar el espíritu de odio de clase entre sus partidarios, desconocemos de la veracidad de esta aseveración. Sin embargo, estamos convencidos que sus intenciones eran propias de su época.


Tomado de Voz Proletaria.

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