Engels y Marx |
Como apoyo al proceso formativo de nuestro movimiento, publicamos aquí una lectura en aras de su análisis y profundización para comprender lo qué es el materialismo histórico y materialismo dialéctico.
Resaltando la importancia de sus aportes, invitamos a publicar comentarios sobre sus propios análisis, a fin de que el resto de los camaradas podamos obtener visiones y comprensiones distintas que nos permitan enriquecer nuestras ideas y nuestro propio proceso formativo.
¡Un saludo combativo y clasista para todos!, a continuación la lectura "Sobre el Materialismo Dialéctico y el Materialismo Histórico" de J. V. Stalin.
"Sobre el Materialismo Dialéctico y el Materialismo Histórico" de J. V. Stalin.
El materialismo dialéctico es la concepción del
mundo del Partido marxista-leninista. Llámase materialismo dialéctico, porque
su modo de abordar los fenómenos de la naturaleza, su método de estudiar estos
fenómenos y de concebirlos, es dialéctico, y su interpretación de los
fenómenos de la naturaleza, su modo de enfocarlos, su teoría, materialista.
El materialismo histórico es la extensión de los
principios del materialismo dialéctico al estudio de la vida social, la
aplicación de los principios del materialismo dialéctico a los fenómenos de la
vida de la sociedad, al estudio de ésta y de su historia.
Caracterizando su método dialéctico, Marx y
Engels se remiten generalmente a Hegel, como al filósofo que formuló los rasgos
fundamentales de la dialéctica. Pero esto no quiere decir que la dialéctica de
Marx y Engels sea idéntica a la dialéctica hegeliana. En realidad, Marx y
Engels sólo tomaron de la dialéctica de Hegel su "médula racional",
desechando la corteza idealista hegeliana y desarrollando la dialéctica, para
darle una forma científica moderna. "Mi método dialéctico -- dice Marx -- no
sólo es en su base distinto del método de Hegel, sino que es directamente su
reverso. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al que él convierte
incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo
(creador) de lo real, y lo real su simple forma externa. Para mí, por el
contrario, lo ideal no es más que lo material traspuesto y traducido en la
cabeza del hombre" (C. Marx, Palabras finales a la segunda edición
alemana del t. I de El Capital ).
En la caracterización de su materialismo, Marx y
Engels se remiten generalmente a Feuerbach, como al filósofo que restauró en
sus derechos al materialismo. Pero esto no quiere decir que el materialismo de
Marx y Engels sea idéntico al materialismo de Feuerbach. En realidad, Marx y
Engels sólo tomaron del materialismo de Feuerbach su "médula
esencial", desarrollándola hasta convertirla en la teoría
científico-filosófica del materialismo y desechando su escoria idealista y
ético-religiosa. Es sabido que Feuerbach, que era en lo fundamental un materialista,
se rebelaba contra el nombre de materialismo. Engels declaró más de una vez
que, "pese al cimiento materialista, Feuerbach no llegó a desprenderse de
las ataduras idealistas tradicionales", y que "donde el verdadero
idealismo de Feuerbach se pone de manifiesto es en su filosofía de la religión
y en su ética" (C. Marx y F. Engels, t. XIV, págs. 652-654).
La palabra dialéctica viene del griego
"dialego", que quiere decir diálogo o polémica. Los antiguos
entendían por dialéctica el arte de descubrir la verdad poniendo de manifiesto
las contradicciones en la argumentación del adversario y superando estas
contradicciones. Algunos filósofos de la antiguedad entendían que el
descubrimiento de las contradicciones en el proceso discursivo y el choque de
las opiniones contrapuestas era el mejor medio para encontrar la verdad. Este
modo dialéctico de pensar, que más tarde se hizo extensivo a los fenómenos
naturales, se convirtió en el método dialéctico de conocimiento de la
naturaleza, consistente en considerar los fenómenos naturales en perpetuo
movimiento y cambio, y el desarrollo de la naturaleza como el resultado del
desarrollo de las contradicciones existentes en ésta, como resultado de la
acción recíproca de las fuerzas contradictorias en el seno de la naturaleza.
La dialéctica es, en su base, todo lo contrario
de la metafísica.
1) El método dialéctico marxista se
caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:
a) Por oposición a la metafísica, la dialéctica
no considera la naturaleza como un conglomerado casual de objetos y fenómenos,
desligados y aislados unos de otros y sin ninguna relación de dependencia entre
sí, sino como un todo articulado y único, en el que los objetos y los fenómenos
se hallan orgánicamente vinculados unos a otros, dependen unos de otros y se
condicionan los unos a los otros.
Por eso, el método dialéctico entiende que ningún
fenómeno de la naturaleza puede ser comprendido, si se le toma aisladamente,
sin conexión con los fenómenos que le rodean pues todo fenómeno tomado de
cualquier campo de la naturaleza, puede convertirse en un absurdo si se le
examina sin conexión con las condiciones que le rodean, desligado de ellas; y
por el contrario, todo fenómeno puede ser comprendido y explicado si se le
examina en su conexión indisoluble con los fenómenos circundantes y
condicionado por ellos.
b) Por oposición a la metafísica, la dialéctica
no considera la naturaleza como algo quieto e inmóvil, estancado e inmutable,
sino como algo sujeto a perenne movimiento y a cambio constante, como algo que
se renueva y se desarrolla incesantemente y donde hay siempre algo que nace y
se desarrolla y algo que muere y caduca.
Por eso, el método dialéctico exige que los
fenómenos se examinen no sólo desde el punto de vista de sus relaciones mutuas
y de su mutuo condicionamiento, sino también desde el punto de vista de su
movimiento, de sus cambios y de su desarrollo, desde el punto de vista de su
nacimiento y de su muerte.
Lo que importa, sobre todo, al método dialéctico
no es lo que en un momento dado parece estable pero comienza ya a morir, sino
lo que nace y se desarrolla, aunque en un momento dado parezca poco estable,
pues lo único que hay insuperable, según él, es lo que se halla en estado de
nacimiento y de desarrollo.
"Toda la naturaleza -- dice Engels --, desde
sus partículas más minúsculas hasta sus cuerpos más gigantescos, desde el grano
de arena hasta el sol, desde el protozoo [organismo vivo unicelular. J. St.]
hasta el hombre, se halla en estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo
constante, en movimiento y cambio incesante" (Obra citada, pág. 484).
Por eso, la dialéctica -- dice Engels --
"enfoca las cosas y sus imágenes conceptuales, sustancialmente, en sus
conexiones mutuas, en su entronque y concatenación, en su d;námica, en su
proceso de génesis y desaparición" (C. Marx y F. Engels, t.
XIV, pág. 23).
c) Por oposición a la metafísica, la dialéctica
no examina el proceso de desarrollo como un simple proceso de crecimiento, en
que los cambios cuantitativos no se traducen en cambios cualitativos, sino como
un proceso en que se pasa de los cambios cuantitativos insignificantes y
ocultos a los cambios manifiestos, a los cambios radicales, a los cambios
cualitativos; en que éstos se producen, no de modo gradual, sino rápido y
súbitamente, en forma de saltos de un estado de cosas a otro, y no de un modo
casual, sino con arreglo a leyes, como resultado de la acumulación de una
serie de cambios cuantitativos inadvertidos y graduales.
Por eso, el método dialéctico entiende que el
proceso de desarrollo debe concebirse no como movimiento circular, no como una
simple repetición del camino ya recorrido, sino como un movimiento progresivo,
como un movimiento en línea ascensional, como el tránsito del viejo estado
cualitativo a un nuevo estado cualitativo, como el desarrollo de lo simple a lo
complejo, de lo inferior a lo superior.
"La naturaleza -- dice Engels -- es la
piedra de toque de la dialéctica, y las modernas ciencias naturales nos brindan
como prueba de esto un acervo de datos extraordinariamente copiosos y
enriquecido cada día que pasa, demostrando con ello que la naturaleza se mueve,
en última instancia, por los cauces dialécticos y no por los carriles
metafísicos, que no se mueve en la eterna monotonía de un ciclo constantemente
repetido, sino que recorre una verdadera historia. Aquí, hay que citar en
primer término a Darwin, quien, con su prueba de que toda la naturaleza
orgánica existente, plantas y animales, y entre ellos, como es lógico, el
hombre, es el producto de un proceso de desarrollo que dura millones de años,
ha asestado a la concepción metafísica de la naturaleza el más rudo golpe"
(Obra citada, pág. z3).
Caracterizando el desarrollo dialéctico como el
tránsito de los cambios cuantitativos a los cambios cualitativos, dice Engels:
"En física. . . , todo cambio es una
transformación de cantidad en calidad, una consecuencia del cambio cuantitativo
de la masa de movimiento de cualquier forma inherente al cuerpo o que se transmite
a éste. Así, por ejemplo, el grado de temperatura del agua no influye para
nada, al principio, en su estado líquido; pero, al aumentar o disminuir la
temperatura del agua líquida, se llega a un punto en que su estado de cohesión
se modifica y el agua se convierte, en un caso, en vapor, y en otro caso, en
hielo. . . Así también, para que el hilo de platino de la lámpara eléctrica se
encienda, hace falta un mínimo de corriente; todo metal tiene ru grado térmico
de fusión, y todo líquido, dentro de una determinada presión, su punto fijo de
congelación y de ebullición, en la medida en que los medios de que disponemos
nos permiten producir la temperatura necesaria y finalmente, todo gas tiene su punto
crítico, en que bajo una presión y un enfriamiento adecuados se licúa en forma
de gotas. . . Las llamadas constantes de la física [los puntos de transición de
un estado a otro. J. St.] no son, la mayor parte de las veces, mas que
los nombres de los puntos nodulares en que la suma o la sustracción cuantitativas
(cambios cuantitativos) de movimiento provocan cambios cualitativos en el
estado del cuerpo de que se trata, y en que, por tanto, la cantidad se trueca
en calidad" (Obra citada, págs. 527-528).
Y más adelante, pasando a la química, Engels prosigue:
"Podríamos decir que la química es la
ciencia de los cambios cualitativos de los cuerpos por efecto de los cambios
producidos en su composición cuantitativa. Y esto lo sabía ya el mismo Hegel. .
. Basta fijarse en el oxígeno: si combinamos, para formar una molécula, tres
átomos en vez de dos, que es lo corriente, produciremos ozono, cuerpo que se
distingue de un modo muy definido del oxígeno normal, tanto por su olor como
por sus efectos. ¡Y no digamos de las diversas proporciones en que el oxígeno
se combina con el nitrógeno o con el azufre, y cada una de las cuales produce
un cuerpo cualitativamente distiúto de todos los de más!" (Obra citada,
pág. 528).
Por último, criticando a Dühring, que colma de
injurias a Hegel -- sin perjuicio de tomar de él, a la chita callando, la
conocida tesis de que el tránsito del reino de lo insensible al reino de las
sensaciones, del mundo inorgánico al mundo de la vida orgánica, representa un
salto a un nuevo estado --, Engels dice:
"Es, en absoluto, la línea nodular hegeliana
de las proporciones de medida, en que el simple aumento o la simple disminución
cuantitativa producen, al llegar a un determinado punto nodular, un salto
cualitativo, como ocurre, por ejemplo, con el agua puesta a calentar o a
enfriar, donde el punto de ebullición y el punto de congelación son los nódulos
en que -- bajo una presión normal -- se produce el salto a un nuevo estado de
cohesión, es decir, en que la cantidad se trueca en calidad" (Obra citada,
págs. 45-46).
d) Por oposición a la metafísica, la dialéctica
parte del criterio de que los objetos y los fenómenos de la naturaleza llevan siempre implícitas contradicciones
internas, pues todos ellos tienen su lado positivo y su lado negativo, su
pasado y su futuro, su lado de caducidad y su lado de desarrollo; del criterio
de que la lucha entre estos lados contrapuestos, la lucha entre lo viejo y lo
nuevo, entre lo que agoniza y lo que nace, entre lo que caduca y lo que se
desarrolla, forma el contenido interno del proceso de desarrollo, el contenido
interno de la transformación de los cambios cuantitativos en cambios
cualitativos.
Por eso, el método dialéctico entiende que el
proceso de desarrollo de lo inferior a lo superior no discurre a modo de un
proceso de desenvolvimiento armónico de los fenómenos, sino poniendo siempre de
relieve las contradicciones inherentes a los objetos y a los fenómenos, en un
proceso de "lucha" entre las tendencias contrapuestas que actúan
sobre la base de aquellas contradicciones.
"Dialéctica, en sentido estricto, es -- dice
Lenin -- el estudio de las contradicciones contenidas en la esencia misma de
los objetos " (Lenin, Cuadernos filosóficos, pág. 263).
Y más adelante:
"El desarrollo es la 'lucha' de los
contrarios" (Lenin, t. XIII, pág. 301).
Tales son, brevemente expuestos, los rasgos
fundamentales del método dialéctico marxista.
No es difícil comprender cuán enorme es la
importancia que la difusión de los principios del método dialéctico tiene para
el estudio de la vida social y de la historia de la sociedad y qué importancia
tan enorme encierra la aplicación de estos principios a la historia de la
sociedad y a la actuación práctica del Partido del proletariado.
Si en el mundo no existen fenómenos aislados, si
todos los fenómenos están vinculados entre si y se condicionan unos a otros, es evidente que todo régimen social y todo
movimiento social que aparece en la historia debe ser considerado, no desde el
punto de vista de la "justicia eterna" o de cualquier otra idea
preconcebida, que es lo que suelen hacer los historiadores, sino desde el punto
de vista de las condiciones que han engendrado este régimen y este movimiento
social, y a los cuales se hallan vinculados.
Dentro de las condiciones modernas, el régimen de
la esclavitud es un absurdo y una necedad contraria a la lógica. En cambio,
dentro de las condiciones de disgregación del régimen del comunismo primitivo,
el régimen de la esclavitud era un fenómeno perfectamente lógico y natural, ya
que representaba un progreso en comparación con el comunismo primitivo.
La reivindicación de la República
democráticoburguesa dentro de las condiciones del zarismo y de la sociedad
burguesa, por ejemplo en la Rusia de 1905, era una reivindicación perfectamente
lógica, acertada y revolucionaria, pues la República burguesa representaba, en
aquel tiempo, un progreso. En cambio, dentro de nuestras condiciones actuales
en la U.R.S.S., la reivindicación de la República democráticoburguesa sería
absurda y contrarrevolucionaria, ya que, comparada con la República Soviética,
la República burguesa significa un paso atrás.
Todo depende, pues, de las condiciones, del lugar
y del tiempo.
Es evidente que, sin abordar desde este punto de
vista histórico los fenómenos sociales, no podría existir ni
desarrollarse la ciencia de la historia, puesto que este modo de abordar los
fenómenos es el único que impide a la ciencia histórica convertirse en un caos
de sucesos fortuitos y en un montón de los más absurdos errores.
Continuemos. Si el mundo se halla en incesante
movimiento y desarrollo y si la ley de este desarrollo es la extinción de lo
viejo y el crecimiento de lo nuevo, es evidente que ya no puede haber ningún
régimen social "inconmovible", ni pueden existir los "principios
eternos" de la propiedad privada y la explotación, ni las "ideas
eternas" de sumisión de los campesinos a los terratenientes y de los
obreros a los capitalistas.
Esto quiere decir que el régimen capitalista
puede ser sustituido por el régimen socialista, del mismo modo que, en su día,
el régimen capitalista sustituyó al régimen feudal.
Esto quiere decir que hay que orientarse, no
hacia aquellas capas de la sociedad que han llegado ya al término de su
desarrollo, aunque en el momento presente constituyan la fuerza predominante,
sino hacia aquellas otras que se están desarrollando y que tienen un porvenir,
aunque no sean las fuerzas predominantes en el momento actual.
En la década del 80 del siglo pasado, en la época
de lucha entre los marxistas y los populistas, el proletariado constituía, en
Rusia, una minoría insignificante, en comparación con los campesinos
individuales, que formaban la inmensa mayoría de la población. Pero el
proletariado se estaba desarrollando como clase, mientras que los campesinos
como clase, se disgregaban. Precisamente por esto, porque el proletariado se
estaba desarrollando como clase, los marxistas se orientaron hacia él. Y no se
equivocaron, puesto que, como es sabido, el proletariado se convirtió, andando
el tiempo, de una fuerza de escasa importancia en una fuerza histórica y
política de primer orden.
Esto quiere decir que en política, para no
equivocarse, hay que mirar hacia adelante y no hacia atrás.
Continuemos. Si el tránsito de los lentos cambios
cuantitativos a los rápidos y súbitos cambios cualitativos constituye una ley del desarrollo, es evidente que las
transformaciones revolucionarias llevadas a cabo por las clases oprimidas
representan un fenómeno absolutamente natural e inevitable.
Esto quiere decir que el paso del capitalismo al
socialismo y la liberación de la clase obrera del yugo capitalista no puede
realizarse por medio de cambios lentos, por medio de reformas, sino sólo
mediante la transformación cualitativa del régimen capitalista, es decir,
mediante la revolución.
Esto quiere decir que en política, para no
equivocarse, hay que ser revolucionario y no reformista.
Continuemos. Si el proceso de desarrollo es un
proceso de revelación de contradicciones internas, un proceso de choques entre
fuerzas contrapuestas sobre la base de estas contradicciones y con el fin de
superarlas, es evidente que la lucha de clases del proletariado constituye un
fenómeno perfectamente natural e inevitable.
Esto quiere decir que lo que hay que hacer no es
disimular las contradicciones del régimen capitalista, sino ponerlas al desnudo
y desplegarlas en toda su extensión, no es apagar la lucha de clases, sino
llevarla a cabo hasta el fin.
Esto quiere decir que en política, para no
equivocarse, hay que mantener una política proletaria, de clase, intransigente,
y no una política reformista, de armonía de intereses entre el proletariado y
la burguesía, una política conciliadora de "integración gradual" del
capitalismo en el socialismo.
En esto consiste el método dialéctico marxista,
aplicado a la vida social y a la historia de la sociedad.
Por lo que se refiere al materialismo filosófico
marxista, es en su base lo opuesto al idealismo filosófico.
2) El materialismo filosófico marxista se
caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:
a) En oposición al idealismo, que considera el
mundo como la encarnación de la "idea absoluta", del "espíritu
universal", de la "conciencia", el materialismo filosófico de
Marx parte del criterio de que el mundo es, por su naturaleza, algo material
; de que los múltiples y variados fenómenos del mundo constituyen diversas
formas y modalidades de la materia en movimiento; de que los vínculos mutuos y
las relaciones de interdependencia entre los fenómenos, que el método
dialéctico pone de relieve, son las leyes con arreglo a las cuales se
desarrolla la materia en movimiento; de que el mundo se desarrolla con arreglo
a las leyes que rigen el movimiento de la materia, sin necesidad de ningún
"espíritu universal".
"La concepción materialista del mundo --
dice Engels -- significa sencillamellte concebir la naturaleza tal y como es,
sin ninguna clase de aditamentos extraños" (C. Marx y F. Engels,
t. XIV, pág. 651).
Refiriendose a la concepción materialista de un
filósofo de la antiguedad, Heráclito, según el cual "el mundo, que es la
unidad de todo lo existente, no ha sido creado por ningún dios ni por ningún
hombre, sino que ha sido, es y será eternamente un fuego vivo que se enciende y
se apaga con arreglo a leyes", dice Lenin: "He aquí una excelente
definición de los principios del materialismo dialéctico" (Lenin, Cuadernos
filosóficos, pág. 3I8).
b) En oposición al idealismo, el cual afirma que
sólo nuestra conciencia tiene una existencia real y que el mundo material, el
ser, la naturaleza, sólo existe en nuestra conciencia, en nuestras sensaciones,
en nuestras percepciones, en nuestros conceptos, el materialismo filosófico
marxista parte del criterio de que la materia, la naturaleza, el ser, es una
realidad objetiva, que existe fuera de nuestra conciencia e independientemente de ella; de que la materia es
lo primario, ya que constituye la fuente de la que se derivall las sensaciones,
las percepciones y la conciencia, y la conciencia lo secundario, lo derivado,
ya que es la imagen refleja de la materia, la imagen refleja del ser; de que el
pensamiento es un producto de la materia que ha llegado a un alto grado de
perfección en su desarrollo, y más concretamente, un producto del cerebro, y
éste el órgano del pensamiento, y de que, por tanto, no cabe, a menos de caer
en un craso error, separar el pensamiento de la materia.
"El problema de la relación entre el pensar
y el ser, entre el espíritu y la naturaleza es dice Engels -- el problema
supremo de toda la filosofía. . . Los filósofos se dividían en dos grandes
campos, según la contestación que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban el
carácter primario del espíritu frente a la naturaleza. . . formaban en el campo
del idealismo. Los otros, los que reputaban la naturaleza como lo
primario, figuraban en las diversas escuelas del materialismo " (F.
Engels, obra citada, págs. 16-17).
Y más adelante:
"El mundo material y perceptible por los
sentidos, del que formamos parte también los hombres, es el único mundo real. .
. Nuestra conciencia y nuestro pensamiento, por más suprasensibles que
parezcan, son el producto de un órgano material, corporal: el cerebro. La
materia no es un producto del espíritu, y el espíritu mismo no es más que el
producto supremo de la materia" (F. Engels, obra citada, pag. 3~2).
Refiriéndose al problema de la materia y el
pensamiento, manifiesta Marx:
"No es posible separar el pensamiento de
la materia pensante. La materia es el sujeto de todos los cambios"
(Obra citada, pig. jO2).
Caracterizando el materialismo filosófico
marxista, dice Lenin:
"El materialismo en general reconoce la
existencia objetivamente real del ser (la materia), independiente de la
conciencia, de las sensaciones, de la experiencia. . . La conciencia. . . no es
más que un reflejo del ser, en el mejor de los casos su reflejo aproximadamente
exacto (adecuado, ideal en cuanto a precisión)" (Lenin, t. XIII,
pags. 266-267).
Y en otros pasajes:
-- "Es materia lo que, actuando sobre
nuestros organos sensoriales, produce las sensaciones; la materia es la
realidad objetiva, que las sensaciones nos transmiten. . . La materia, la
naturaleza, el ser, lo fisico, es lo primario; el espíritu, la conciencia, las
sensaciones, lo psíquico, es lo secundario" (Obra citada, págs. 119-120).
-- "El cuadro del mundo es el cuadro de cómo
se mueve y cómo 'piensa la materia'" (Obra citada, pág. 288).
-- "El cerebro es el órgano del
pensamiento" (Obra citada, pág. 125).
c) En oposicióh al idealismo, que discute la
posibilidad de conocer el mundo y las leyes por que se rige, que no cree en la
veracidad de nuestros conocimientos, que no reconoce la verdad objetiva y
entiende que el mundo está lleno de "cosas en sí", que jamás podrán
ser conocidas por la ciencia, el materialismo filosófico marxista parte del
principio de que el mundo y las leyes por que se rige son perfectamente
cognoscibles, de que nuestros conocimientos acerca de las leyes de la
naturaleza, comprobados por la experiencia, por la práctica, son conocimientos
veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, de que en el mundo no hay
cosas incognoscibles, sino simplemente aún no conocidas, pero que la ciencia y
la experiencia se encargarán de revelar y de dar a conocer.
Criticando la tesis de Kant y de otros idealistas
acerca de la incognoscibilidad del mundo y de las "cosas en sí"
incognoscibles y defendiendo la consabida tesis del materialismo acerca de la
veracidad de nuestros conocímientos, escribe Engels:
"La refutación más contundente de estas
manías, como de todas las demás manías filosóficas, es la práctica, o sea el
experimento y la industria. Si podemos demostrar la exactitud de nuestro modo
de concebir un proceso natural reproduciendolo nosotros mismos,
creándolo como retado de sus mismas condiciones, y si, además, lo ponemos al
servicio de nuestros propios fines, daremos al traste con la 'cosa en sí'
inasequible de Kant. Las sustancias químicas producidas en el cuerpo animal y
vegetal siguieron siendo 'cosas en sí' inasequibles hasta que la química
orgánica comenzó a producirlas unas tras otras; con ello, la 'cosa en sí' se
convirtió en una cosa para nosotros, como, por ejemplo, la materia colorante de
la rubia, la alizarina, que hoy ya no se extrae de la raíz de aquella planta,
sino que se obtiene de alquitrán de hulla, procedimiento mucho mas barato y más
sencillo. El sistema solar de Copernico fue durante trescientos años una
hipótesis, por la que se podía apostar cien, mil, diez mil contra uno, pero, a pesar
de todo, una hipótesis, hasta que Leverrier, con los datos tomados de este
sistema no sólo demostró que debía necesariamente existir un planeta
desconocido hasta entonces, sino que, además, determinó mediante cálculos el
lugar en que este planeta tenía que encontrarse en el firmamento, y cuando
después Galle descubrió efectivamente este planeta, el sistema de Copérnico
quedó demostrado" (C. Marx, Obras escogidas, t. I, pág.
330).
Acusando a Bogdánov, Basárov, Yushkévich y otros
partidarios de Mach de fideísmo (teoría reaccionaria que prefiere la fe a la
ciencia) y defendiendo la consabida tesis del materialismo de que nuestros
conocimientos científicos acerca de las leyes por las que se rige la naturaleza
son conocimientos veraces y de que las leyes de la ciencia constituyen verdades
objetivas, dice Lenin:
"El fideísmo moderno no rechaza, ni mucho
menos, la ciencia; lo único que rechaza son las 'pretensiones desmesuradas' de
la ciencia, y concretamente, sus pretensiones de verdad objetiva. Si existe una
verdad objetiva (como entienden los materialistas) y si las ciencias naturales,
reflejando el mundo exterior en la 'experiencia' del hombre, son las unicas que
pueden darnos esa verdad objetiva, todo fideísmo queda refutado
incontrovertiblemente" (Lenin, t. XIII, pág. 102).
Tales son, brevemente expuestos, los rasgos
característicos del materialismo filosófico marxista.
Fácil es comprender la importancia tan enorme que
tiene la extensión de los principios del materialismo filosófico al estudio de la vida social, al estudio de la
historia de la sociedad, la importancia tan enorme que tiene el aplicar estos
principios a la historia de la sociedad y a la actuación práctica del Partido
del proletariado.
Si la conexión entre los fenómenos de la
naturaleza y su interdependencia representan las leyes por las que se rige el
desarrollo de la naturaleza, de esto se deduce que la conexión e
interdependencia de los fenómenos de la vida social representan también no algo
fortuito, sino las leyes por las que se rige el desarrollo de la sociedad.
Esto quiere decir que la vida social y la
historia de la sociedad ya no son un conglomerado de hechos
"fortuitos", pues la historia de la sociedad se convierte en el
desarrollo de la sociedad con arreglo a sus leyes, y el estudio de la historia
de la sociedad adquiere categoria de ciencia.
Esto quiere decir que la actuación práctica del
Partido del proletariado debe basarse, no en los buenos deseos de las
"ilustres personalidades", no en los postulados de la "razón",
de la "moral universal", etc., sino en las leyes del desarrollo de la
sociedad y en el estudio de éstas.
Prosigamos. Si el mundo es cognoscible, y
nuestros conocimientos acerca de las leyes que rigen el desarrollo de la
naturaleza son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades
objetivas, esto quiere decir que también la vida social, el desarrollo de la
sociedad, son susceptibles de ser conocidos; y que los datos que nos brinda la
ciencia sobre las leyes del desarrollo de la sociedad son datos veraces, que
tienen el valor de verdades objetivas.
Esto quiere decir que la ciencia que estudia la
historia de la sociedad puede adquirir, pese a toda la complejidad de los
fenómenos de la vida social, la misma precisión que la biología, por ejemplo,
ofreciéndonos la posibilidad de dar una aplicación práctica a las leyes que rigen el
desarrollo de la sociedad.
Esto quiere decir que, en su actuación práctica,
el Partido del proletariado debe guiarse, no por estos o los otros motivos
fortuitos, sino por las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad y por las
conclusiones prácticas que de ellas se derivan.
Esto quiere decir que el socialismo deja de ser
un sueño acerca de un futuro mejor de la humanidad, para convertírse en una
ciencia.
Esto quiere decir que el enlace entre la ciencia
y la actuación práctica, entre la teoría y la práctica, su unidad, debe ser la
estrella polar que guíe al Partido del proletariado.
Prosigamos. Si la naturaleza, el ser, el mundo
material es lo primario, y la conciencia, el pensamiento, lo secundario, lo
derivado; si el mundo material constituye la realidad objetiva, que existe
independientemente de la conciencia del hombre, y la conciencia es la imagen
refleja de esta realidad objetiva, de aquí se deduce que la vida material de la
sociedad, el ser social, es también lo primario y su vida espiritual, lo
secundario, lo derivado; que la vida material de la sociedad es la realidad
objetiva, que existe independientemente de la voluntad de los hombres, y la vida
espiritual de la sociedad el reflejo de esta realidad objetiva, el reflejo del
ser.
Esto quiere decir que la fuente donde se forma la
vida espiritual de la sociedad, la fuente de la que emanan las ideas sociales,
las teorías sociales, las concepciones y las instituciones políticas, hay que
buscarla, no en estas mismas ideas, teorías, concepciones e instituciones
políticas, sino en las condiciones de la vida material de la sociedad, en el
ser social, del cual son reflejos estas ideas, teorías, concepciones, etc.
Esto quiere decir que, si en los diversos
períodos de la historia de la sociedad nos encontramos con diversas ideas, teorías, concepciones sociales e instituciones
políticas, si bajo el régimen de la esclavitud observamos unas ideas, teorías y
concepciones sociales, unas instituciones políticas, bajo el feudalismo otras,
y otras distintás bajo el capitalismo, la explicación de esto no reside en la
"naturaleza", ni en la "propiedad" de las ideas, teorías,
concepciones e instituciones políticas mismas, sino en las distintas
condiciones de la vida material de la sociedad dentro de los diversos períodos
del desarrollo social.
Según sean las condiciones de existencia de la
sociedad, las condiciones en que se desenvuelve su vida material, así son sus
ideas, sus teorías, sus concepciones e instituciones políticas.
En relación con esto, dice Marx:
"No es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es el que determina su
conciencia" (C. Marx, Obras Escogidas, t. I, pág. 269).
Esto quiere decir que, en política, para no
equivocarse y no convertirse en una colección de vacuos soñadores, el Partido
del proletariado debe tomar como punto de partida para su actuación, no los
"principios" abstractos de la "razón humana", sino las
condiciones concretas de la vida material de la sociedad, que constituyen la
fuerza decisiva del desarrollo social; no los buenos deseos de los
"grandes hombres", sino las exigencias reales impuestas por el
desarrollo de la vida material de la sociedad.
El fracaso de los utopistas, incluyendo entre
ellos los populistas, los anarquistas y los socialrevolucionarios, se explica,
entre otras razones, porque no teconocían la importancia primordial de las
condiciones de vida material de la sociedad en cuanto al desarrollo de ésta, y,
cayendo en el idealismo, erigían su actuación práctica, no sobre las exigencias
del desarrollo de la vida máterial de la sociedad, sino,
independientemente de ellas y en contra de ellas, sobre "planes ideales"
y "proyectos universales", desligados de la vida real de la sociedad.
La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo
estriban precisamente en que toma como base para su actuación práctica las
exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, sin desligarse
jamás de la vida real de ésta.
Sin embargo, de las palabras de Marx no se
desprende que las ideas y las teorías sociales, las concepciones y las
instituciones políticas no tengan importancia alguna en la vida de la sociedad,
que no ejerzan de rechazo una influencia sobre el ser social, sobre el
desarrollo de las condiciones materiales de la vida de la sociedad. Hasta
ahora, nos hemos venido refiriendo únicamente al origen de las ideas y
teorías sociales y de las concepciones e instituciones políticas, a su nacimiento,
al hecho de que la vida espiritual de la sociedad es el reflejo de las
condiciones de su vida material. En lo tocante a la importancia de las
ideas y teorías sociales y de las concepciones e instituciones políticas, en lo
tocante al papel que desempeñan en la historia, el materialismo
histórico no sólo no niega, sino que, por el contrario, subraya la importancia
del papel y la significación que les corresponden en la vida y en la historia
de la sociedad.
Pero hay diferentes ideas y teorías sociales. Hay
ideas y teorías viejas, que han cumplido ya su misión y que sirven a los
intereses de fuerzas sociales caducas. Su papel consiste en frenar el
desarrollo de la sociedad, su marcha progresiva. Y hay ideas y teorías nuevas,
avanzadas, que sirven a los intereses de las fuerzas de vanguardia de la
sociedad. El papel de éstas consiste en facilitar el desarrollo de la sociedad,
su marcha progresiva, siendo su importancia tanto más grande cuanto mayor es la exactitud con que tesponden a
las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad.
Las nuevas ideas y teorías sociales sólo surgen
después que el desarrollo de la vida material de la sociedad plantea a ésta
nuevas tareas. Pero después de surgir, se convierten en una fuerza de la mayor
importancia, que facilita la ejecución de estas nuevas tareas plaúteadas por el
desarrollo de la vida material de la sociedad, que facilita los progresos de
ésta. Es aquí, precisamentej donde se acusa la formidable importancia
organizadora, movilizadora y transformadora de las nuevas ideas, de las nuevas
teorías y de las nuevas concepciones políticas, de las nuevas instituciones
políticas. Las nuevas ideas y teorías sociales surgen precisamente porque son
necesarias para la sociedad, porque sin su labor organizadora, movilizadora y
transformadora es imposible llevar a cabo las tareas que plantea el
desarrollo de la vida material de la sociedad y que están ya en sazón de ser
cumplidas. Y como surgen sobre la base de las úuevas tareas planteadas por el
desarrollo de la vida material de la sociedad, las nuevas ideas y teorías
sociales se abren paso, se convierten en patrimonio de las masas populares,
movilizan y organizan a éstas contra las fuerzas sociales caducas, facilitando
así el derrocamiento de estas fuerzas sociales caducas que frenan el desarrollo
de la vida material de la sociedad.
He aquí cómo las ideas y teorías sociales, las
instituciones políticas, que brotan sobre la base de las tareas ya maduras para
su solución planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad,
por el desarrollo del ser social, actúan luego, a su vez, sobre este ser
social, sóbre la vida material de la sociedad, creando las condiciones
necesarias para llevar a término la ejecución de las tareas ya maduras de la
vida material de la sociedad y hacer posible su desarrollo ulterior.
En relación con esto, dice Marx: "La teorla se convierte en una fuerza
material tan pronto como prende en las masas" (C. Marx y F.
Engels, Obras Completas, t. I, pág. 406).
Esto quiere decir que para poder influir sobre
las condiciones de la vida material de la sociedad y acelerar su desarrollo,
acelerar su mejoramiento, el Partido del proletariado tiene que apoyarse en una
teoría social, en una idea social que refleje certeramente las exigencias del
desarrollo de la vida material de la sociedad y que, gracias a ello, sea capaz
de poner en movimiento a las grandes masas del pueblo, de movilizarlas y
organizar con ellas el gran ejército del Partido proletario, presto a aplastar
las fuerzas reaccionarias y allanar el camino a las fuerzas avanzadas de la
sociedad.
El fracaso de los "economistas" y de
los mencheviques se explica, entre otras razones, por el hecho de que no
reconocían la importancia movilizadora, organizadora y transformadora de la
teoría de vanguardia, de la idea de vanguardia, y cayendo en un materialismo
vulgar, reducían su papel casi a la nada, y consiguientemente condenaban al
Partido a la pasividad, a vivir vegetando.
La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo
estriban en que éste se apoya en una teoría de vanguardia, que refleja
certeramente las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad,
en que eleva la teoría a la altura que le corresponde y considera su deber
utilizar íntegramente su fuerza de movilización, de organización y de
transformación.
Así es como resuelve el materialismo histórico el
problema de las relaciones entre el ser social y la conciencia social, entre
las condiciones de desarrollo de la vida material y el desarrollo de la vida
espiritual de la sociedad.
3) El materialismo histórico.
Resta sólo contestar a esta pregunta: ¿Qué se
entiende, desde el punto de vista del materialismo histórico, por
"condiciones de vida material de la sociedad", que son las que
determinan, en última instancia, la fisonomía de la sociedad, sus ideas, sus
concepciones, instituciones políticas, etc.?, ¿Cuáles son, en realidad, esas "condiciones
de vida material de la sociedad", cuáles son sus rasgos característicos?. Es indudable que en este concepto de
"condiciones de vida material de la sociedad" entra, ante todo, la
naturaleza que rodea a la sociedad, el medio geográfico, que es una de las
condiciones necesarias y constantes de la vida material de la sociedad y que,
naturalmente, influye en el desarrollo de ésta. ¿Cuál es el papel del medio
geográfico en el desarrollo de la sociedad? ¿No será, acaso, el medio
geográfico el factor fundamental que determina la fisonomía de la sociedad, el
carácter del régimen social de los hombres, la transición de un régimen a otro?
El materialismo histórico contesta negativamente
a esta pregunta.
El medio geográfico es, indiscutiblemente, una de
las condiciones constantes y necesarias del desarrollo de la sociedad e
influye, naturalmente, en él, acelerándolo o amortiguándolo. Pero esta
influencia no es determinante, ya que los cambios y el desarrollo de la
sociedad se producen con una rapidez incomparablemente mayor que los que
afectan al medio geográfico. En el transcurso de tres mil años, Europa vio
desaparecer tres regímenes sociales: el del comunismo primitivo, el de la
esclavitud y el régimen feudal, y en la parte oriental de Europa, en la
U.R.S.S., fenecieron cuatro. Pues bien; durante este tiempo, las condiciones
geográficas de Europa o no sufrieron cambio alguno, o, si sufrieron alguno, fue
tan leve, que la Geografía no cree que merece la pena registrarlo. Y se comprende que sea así. Para que el medio
geográfico experimente cambios de cierta importancia, hacen falta millones de
años, mientras que en unos cientos o un par de miles de años pueden producirse
incluso cambios de la mayor importancia en el régimen social.
De aquí se desprende que el medio geográfico no
puede ser la causa fundamental, la causa determinante del desarrollo
social, pues lo que permanece casi invariable a través de decenas de miles de
años no puede ser la causa fundamental a que obedezca el desarrollo de lo que
en el espacio de unos cuantos cientos de años experimenta cambios radicales.
Asimismo, es indudable que el crecimiento de la
población, la mayor o menor densidad de población es un factor que forma
también parte del concepto de las "condiciones de vida material de la
sociedad", ya que entre estas condiciones materiales se cuenta como
elemento necesario el hombre, y es imposible la vida material de la sociedad
sin un determinado mínimo de seres humanos. ¿No será, acaso, el desarrollo de
la población el factor cardinal que determina el carácter del régimen social en
que viven los hombres?
El materialismo histórico contesta negativamente
también a esta pregunta.
Es indudable que el crecimiento de la población
influye en el desarrollo de la sociedad, facilitando o entorpeciendo este
desarrollo, pero no puede ser el factor cardinal a que obedece, ni su
influencia sobre el desarrollo de la sociedad puede ser una influencia determinante,
ya que el crecimiento de la población de por sí no nos ofrece la clave para
explicar por qué un régimen social dado es sustituido precisamente por un
determinado régimen nuevo y no por otro, por qué el régimen del comunismo
primitivo fue sustituido precisamente por el régimen de la esclavitud, el régimen esclavista
por el régimen feudal y éste por el burgués, y no por otro cualquiera.
Si el crecimiento de la población fuese el factor
determinante del desarrollo social, a una mayor densidad de población tendría
que corresponder forzosamente, en la práctica, un tipo proporcionalmente más
elevado de régimen social. Pero, en realidad, no ocurre así La densidad de la
población de China es cuatro veces mayor que la de los Estados Unidos, a pesar
de lo cual los Estados Unidos ocupan un lugar más elevado que China en lo que a
desarrollo social se refiere, pues mientras que en China sigue imperando el
régimen semifeudal, los Estados Unidos hace ya mucho tiempo que han llegado a
la fase culminante del desarrollo del capitalismo. La densidad de población de
Bélgica es 19 veces mayor que la de los Estados Unidos y 26 veces mayor que la
de la U.R.S.S., y sin embargo, Norteamética sobrepasa a Bélgica en lo tocante a
su desarrollo social, y la U.R.S.S. Ie lleva de ventaja toda una época
histórica, pues mientras que en Bélgica impera el régimen capitalista, la
U.R.S.S. ha liquidado ya el capitalismo e instaurado el régimen socialista.
De aquí se desprende que el crecimiento de la
población no es ni puede ser el factor cardinal en el desarrollo de la
sociedad, el factor determinante del carácter del régimen social, de la
fisonomía de la sociedad.
a ) ¿Cuál es, pues, dentro del sistema de las
condiciones de vida material de la sociedad, el factor cardinal que determina
la fisonomía de aquélla, el carácter del régimen social, el paso de la sociedad
de un régimen a otro?
Este factor es, según el materialismo histórico, el
modo de obtención de los medios de vida necesarios para la existencia del
hombre, el modo de producción de los bienes materiales : del alimento,
del vestido, del calzado, de la vivienda, del combustible, de los instrumentos de producción,
etc., necesarios para que la sociedad pueda vivir y desarrollarse.
Para vivir, el hombre necesita alimentos,
vestido, calzado, vivienda, combustible, etc.; para tener estos bienes
materiales, ha de producirlos y para poder producirlos necesita disponer de
instrumentos de producción, con ayuda de los cuales se consigue el alimento, se
fabrica el vestido, el calzado, se construye la vivienda, se obtiene el
combustible, etc.; necesita saber producir estos instrumentos y servirse de
ellos.
Instrumentos de producción con
ayuda de los cuales se producen los bienes materiales, y hombres que los
manejan y efectúan la producción de los bienes materiales, por tener una cierta
experiéncia productiva y hábitos de trabajo : tales son los
elementos que, en conjunto, forman las fuerzas productivas de la
sociedad.
Pero las fuerzas productivas no son más que uno
de los aspectos de la producción, uno de los aspectos del modo de producción,
el aspecto que refleja la relación entre el hombre y los objetos y fuerzas de
la naturaleza empleados para la producción de los bienes materiales. El otro
aspecto de la producción, el otro aspecto del modo de producción lo constituyen
las relaciones de unos hombres con otros dentro del proceso de la producción,
las relaciones de producción entre los hombres. Los hombres no luchan
con la naturaleza y no la utilizan para la producción de bienes materiales
aisladamente, desligados unos de otros, sino juntos, en grupos, en sociedades.
Por eso, la producción es siempre y bajo condiciones cualesquiera una
producción social. Al efectuar la producción de los bienes materiales,
los hombres establecen entre sí, dentro de la producción, tales o cuales
relaciones mutuas, tales o cuales relaciones de producción. Estas relaciones
pueden ser relaciones de colaboración y ayuda mutua entre hombres libres de toda explotación,
pueden ser relaciones de dominio y subordinación o pueden ser, por último,
relaciones de transición entre una forma de relaciones de producción y otra.
Pero, cualquiera que sea su carácter, las relaciones de producción constituyen
-- siempre y en todos los regímenes -- un elemento tan necesario de la
producción como las mismas fuerzas productivas de la sociedad.
"En la producción -- dice Marx -- los
hombres no actuan solamente sobre la naturale~a, sino que actúan también los
unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de un cierto modo, para
actuar en común y establecer un intercambio de actividades. Para producir, los
hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y a través de estos
vínculos y relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es cómo se relacionan
con la naturaleza y cómo se efectúa la producción" (C. Marx y F.
Engels, Obras Escogidas, t. V, pág. 429).
Consiguientemente, la producción, el modo de
producción, no abarca solamente las fuerzas productivas de la sociedad, sino
también las relaciones de producción entre los hombres, siendo, por tanto, la
forma en que toma cuerpo la unidad de ambas dentro del proceso de la producción
de bienes materiales.
b ) La primera característica de la
producción es que jamás se estanca en un punto durante un largo período, sino
que cambia y se desarrolla constantemente, con la particularidad de que estos
cambios ocurridos en el modo de producción provocan inevitablemente el cambio
de todo el régimen social, de las ideas sociales, de las concepciones e
instituciones políticas, provocan la reorganización de todo el sistema social y
político. En las diversas fases de desarrollo, el hombre emplea diversos modos
de producción o, para decirlo en términos más vulgares, mantiene distinto
género de vida. Bajo el régimen del comunismo primitivo, el modo de producción
empleado es distinto que bajo la esclavitud, bajo el régimen de la esclavitud es distinto que bajo el
feudalismo, etc. Y, en consonancia con esto, varían también el régimen social
de los hombres, su vida espiritual, sus concepciones, sus instituciones
políticas.
Según sea el modo de producción existente en una
sociedad, así es también, fundamentalmente, esta misma sociedad y así son sus
ideas y sus teorías, sus concepciones e instituciones políticas.
O, para decirlo en términos más vulgares, según
vive el hombre, así piensa.
Esto significa que la historia del desarrollo de
la sociedad es, ante todo, la historia del desarrollo de la producción, la
historia de los modos de producción que se suceden unos a otros a lo largo de
los siglos, la historia del desarrollo de las fuerzas productivas y de las
relaciones de producción entre los hombres.
Esto quiere decir que la historia del desarrollo
social es, al mismo tiempo, la historia de los propios productores de bienes
materiales, la historia de las masas trabajadoras, que son las fuerzas
fundamentales del proceso de producción y las que llevan a cabo la producción
de los bienes materiales necesarios para la existencia de la sociedad.
Esto quiere decir que la ciencia histórica, si
pretende ser una verdadera ciencia, no debe seguir reduciendo la historia del
desarrollo social a los actos de los reyes y de los caudillos militares, a los
actos de los "conquistadores" y "avasalladores" de Estados,
sino que debe ocuparse ante todo de la historia de los productores de los
bienes materiales, de la historia de las masas trabajadoras, de la historia de
los pueblos.
Esto quiere decir que la clave para el estudio de
las leyes de la historia de la sociedad no hay que buscarla en las cabezas de
los hombres, en las ideas y concepciones de la sociedad, sino en el modo de producción aplicado por la
sociedad en cada uno de sus períodos históricos, es decir, en la economía de la
sociedad.
Esto quiere decir que la tarea primordial de la
ciencia histórica es el estudio y el descubrimiento de las leyes de la
producción, de las leyes del desarrollo de las fuerzas productivas y de las
relaciones de producción, de las leyes del desarrollo económico de la sociedad.
Esto quiere decir que el Partido del
proletariado, para ser un verdadero partido, debe, ante todo, conocer las leyes
del desarrollo de la producción, las leyes del desarrollo económico de la
sociedad.
Esto quiere decir que en politica, para no
equivocarse, el Partido del proletariado debe, ante todo, tanto en lo que se
refiere a la formación de su programa como en lo que atañe a su actuación
práctica, arrancar de las leyes del desarrollo de la producción, de las leyes
del desarrollo económico de la sociedad.
c ) La segunda catacterística de la
producción consiste en que sus cambios y su desarrollo arrancan siempre de los
cambios y del desarrollo de las fuerzas productivas, y, ante todo, de los que
afectan a los instrumentos de producción. Las fuerzas productivas son, por
tanto, el elemento más dinámico y más revolucionario de la producción. Al
principio, cambian y se desarrollan las fuerzas productivas de la sociedad y
luego, en dependencia con estos cambios y en consonancia con ellos,
cambian las relaciones de producción entre los hombres, sus relaciones
económicas. Sin embargo, esto no quiere decir que las relaciones de producción
no influyan sobre el desarrollo de las fuerzas productivas y que éstas no
dependan de aquéllas. Las relaciones de producción, aunque su desarrollo
dependa del de las fuerzas productivas, actúan a su vez sobre el desarrollo de éstas, acelerándolo o
amortiguándolo. A este propósito conviene advertir que las relaciones de
producción no pueden quedarse por un tiempo demasiado largo rezagadas de las
fuerzas productivas al crecer éstas, ni hallarse en contradicción con ellas, ya
que las fuerzas productivas sólo pueden desarrollarse plenamente cuando las
relaciones de producción están en armonía con el carácter y el estado de
progreso de dichas fuerzas productivas y dan curso libre al desarrollo de
éstas. Por eso, por muy rezagadas que las relaciones de producción se queden
con respecto al desarrollo de las fuerzas productivas, tienen necesariamente
que ponerse y se ponen realmente -- más tarde o más temprano -- en armonía con
el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y con el carácter de éstas.
En otro caso, nos encontraríamos ante una ruptura radical de la unidad entre
las fuerzas productivas y las relaciones de producción dentro del sistema de
ésta, ante un desconyuntamiento de la producción en bloque, ante una crisis de
producción, ante la destrucción de las fuerzas productivas.
Un ejemplo de desarmonía entre las relaciones de
producción y el carácter de las fuerzas productivas, un ejemplo de conflicto
entre ambos factores, lo tenemos en las crisis económicas de los países
capitalistas, donde la propiedad privada capitalista sobre los medios de
producción está en violenta discordancia con el carácter social del proceso de
producción, con el carácter de las fuerzas productivas. Resultado de esta
discordancia son las crisis económicas, que conducen a la destrucción de las
fuerzas productivas; y esta discordancia constituye, de por sí, la base
economica de la revolución social, cuya misión consiste en destruir las
relaciones de producción existentes y crear otras nuevas, que correspondan al
carácter de las fuerzas productivas.
Por el contrario, el ejemplo de una armonía
completa entre las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas
nos lo ofrece la economía socialista de la U.R.S.S., donde la propiedad social
sobre los medios de producción concuerda plenamente con el carácter social del
proceso de la producción y donde, por tanto, no existen crisis económicas, ni
se producen casos de destrucción de las fuerzas productivas.
Por consiguiente, las fuerzas productivas no son
solamente el elemento más dinámico y más revolucionario de la producción, sino
que son, además, el elemento determinante de su desarrollo.
Según sean las fuerzas productivas, así tienen
que ser también las relaciones de producción.
Si el estado de las fuerzas productivas responde
a la pregunta de con qué instrumentos de producción crean los hombres los
bienes materiales que les son necesarios, el estado de las relaciones de
producción responde ya a otra pregunta: ¿en poder de quién están los medios
de producción (la tierra, los bosques, las aguas, el subsuelo, las materias
primas, las herramientas y los edificios dedicados a la producción, las vías y
medios de comunicación, etc.), a disposición de quién se hallan los medios de
producción: a disposición de toda la sociedad, o a disposición de determinados
individuos, grupos o clases que los emplean para explotar a otros individuos,
grupos o clases?
He aquí un cuadro esquemático del desarrollo de
las fuerzas productivas desde los tiempos primitivos hasta nuestros días. De
las herramientas de piedra sin pulimentar se pasa al arco y a la flecha y, en
relación con esto, de la caza como sistema de vida a la domesticación de
animales y a la ganadería primitiva; de las herramientas de piedra se pasa a
las herramientas de metal (al hacha de hierro, al arado con reja de hierro, etc.) y, en consonancia con esto, al
cultivo de las plantas y a la agricultura; viene luego el mejoramiento
progresivo de las herramientas metálicas para la elaboración de materiales, se
pasa a la fragua de fuelle y a la alfarería y, en consonancia con esto, se
desarrollan los oficios artesanos, se desglosan estos oficios de la agricultura,
se desarrolla la producción independiente de los artesanos y, más tarde, la
manufactura; de los instrumentos artesanos de producción se pasa a la máquina,
y la producción artesana y manufacturera se transforma en la industria
mecánica, y, por último, se pasa al sistema de máquinas, y aparece la gran
industria mecánica moderna: tal es, en líneas generales y no completas, ni
mucho menos, el cuadro del desarrollo de las fuerzas productivas sociales a lo
largo de la historia de la humanidad. Además, como es lógico, el desarrollo y
perfeccionamiento de los instrumentos de producción corren a cargo de hombres
relacionados con la producción y no se realizan con independencia de éstos; por
tanto, a la par con los cambios y el desarrollo de los instrumentos de producción,
cambian y se desarrollan también los hombres, como el elemento más importante
que son de las fuerzas productivas, cambian y se desarrollan su experiencia en
punto a la producción, sus hábitos de trabajo y su habilidad para el empleo de
los instrumentos de producción.
En consonancia con los cambios y el desarrollo
experimentados por las fuerzas productivas de la sociedad en el curso de la
historia, cambian también y se desarrollan las relaciones de producción entre
los hombres, sus relaciones económicas.
La historia conoce cinco tipos fundamentales
de relaciones de producción: el comunismo primitivo, la esclavitud, el
feudalismo, el capitalismo y el socialismo.
Bajo el régimen del comunismo primitivo, la base
de las relaciones de producción es la propiedad social sobre los medios de producción. Esto, en sustancia,
corresponde al carácter de las fuerzas productivas durante este período. Las
herramientas de piedra y el arco y la flecha, que aparecen más tarde, excluían
la posibilidad de luchar aisladamente contra las fuerzas de la naturaleza y
contra las bestias feroces. Si no querían morir de hambre, ser devorados por
las fieras o sucumbir a manos de las tribus vecinas, los hombres de aquella
época veíanse obligados a trabajar en común, y así era como recogían los frutos
en el bosque, como organizaban la pesca, como construían sus viviendas, etc. El
trabajo en común condujo a la propiedad en común sobre los instrumentos de
producción, al igual que sobre los productos. Aún no había surgido la idea de
la propiedad privada sobre los medios de producción, exceptuando la propiedad
personal de ciertas herramientas, que al mismo tiempo que herramientas de
trabajo eran armas de defensa contra las bestias feroces No existía aún
explotación, no existían clases.
Bajo el régimen de la esclavitud, la base de las
relaciones de producción es la propiedad del esclavista sobre los medios de
producción, así como también sobre los mismos productores, los esclavos, a
quienes el esclavista podía vender, comprar y matar, como ganado. Estas
relaciones de producción se hallan, fundamentalmente, en consonancia con el
estado de las fuerzas productivas durante este período. Ahora, en vez de
herramientas de piedra, el hombre dispone ya de herramientas de metal. En vez
de aquella mísera economía primitiva basada en la caza y que no conocía ni la
ganadería ni la agricultura, aparecen la ganadería, la agricultura, los oficios
artesanos y la división del trabajo entre estas diversas ramas de producción;
aparecen la posibilidad de efectuar un intercambio de productos entre los
distintos individuos y las distintas sociedades y la posibilidad de acumular
riquezas en manos de unas cuantas personas; se produce, en
efecto, una acumulación de medios de producción en manos de una minoría y surge
la posibilidad de que esta minoría sojuzgue a la mayoría y convierta a sus
componentes en esclavos. Ya no existe el trabajo libre y en común de todos los
miembros de la sociedad dentro del proceso de la producción, sino que impera el
trabajo forzado de los esclavos, explotados por los esclavistas, que no
trabajan. No existen tampoco, por tanto, propiedad social sobre los medios de
producción, ni sobre los productos. La propiedad social es sustituida por la
propiedad privada. El esclavista es el primero y fundamental propietario con
plenitud de derechos.
Ricos y pobres, explotadores y explotados,
hombres con plenitud de derechos y hombres privados totalmente de derechos; una
furiosa lucha de clases entre unos y otros: tal es el cuadro que presenta el
régimen de la esclavitud.
Bajo el régimen feudal, la base de las relaciones
de producción es la propiedad del señor feudal sobre los medios de producción y
su propiedad parcial sobre los productores, sobre los siervos, a quienes ya no
puede matar, pero a quienes sí puede comprar y vender. A la par con la
propiedad feudal existe la propiedad individual del campesino y del artesano
sobre los instrumentos de producción y sobre su economía privada, basada en el
trabajo personal. Estas relaciones de producción se hallan, fundamentalmente,
en consonancia con el estado de las fuerzas productivas durante este período.
El perfeccionamiento progresivo de la fundición y elaboración del hierro, la
difusión del arado de hierro y del telar, los progresos de la agricultura, de
la horticultura, de la vinicultura y de la fabricación del aceite, la aparición
de las primeras manufacturas junto a los talleres de los artesanos: tales son los rasgos característicos del estado de las
fuerzas productivas durante este período.
Las nuevas fuerzas productivas exigen que se deje
al trabajador cierta iniciativa en la producción, que sienta cierta inclinación
al trabajo y se halle interesado en él. Por eso, el señor feudal prescinde de
los esclavos, que no sienten ningún interés por su trabajo ni ponen en él la
menor iniciativa y prefiere entendérselas con los siervos, que tienen su propia
economía y sus herramientas propias y se hallan interesados por el trabajo en
cierto grado, en la medida necesaria para trabajar la tierra y pagar al señor
en especie, con una parte de la cosecha.
Durante este período, la propiedad privada hace
nuevos progresos. La explotación sigue siendo casi tan rapaz como bajo la
esclavitud, aunque un poco suavizada. La lucha de clases entre los explotadores
y los explotados es el rasgo fundamental del feudalismo.
Bajo el régimen capitalis¿a, la base de las
relaciones de producción es la propiedad capitalista sobre los medios de
producción y la inexistencia de propiedad sobre los productores, obreros
asalariados, a quienes el capitalista no puede matar ni vender, pues se hallan
exentos de los vínculos de sujeción personal, pero que carecen de medios de
producción, por lo cual, para no morirse de hambre, se ven obligados a vender
su fuerza de trabajo al capitalista y a doblar la cerviz al yugo de la
explotación. A la par con la propiedad capitalista sobre los medios de
producción, existe y se halla en los primeros tiempos muy generalizada la
propiedad privada del campesino y del artesano, libres de la servidumbre, sobre
sus medios de producción, propiedad privada que está basada en el trabajo
personal. En lugar de los talleres de los artesanos y de las manufacturas,
surgen las grandes fábricas empresas dotadas de maquinaria. En lugar de las
haciendas de los nobles, cultivadas con los primitivos instrumentos campesinos
de producción, aparecen las grandes explotaciones agrícolas capitalistas,
montadas a base de la técnica agraria y dotadas de maquinaria agrícola.
Las nuevas fuerzas productivas exigen
trabajadores más cultos y más despiertos que los siervos, mantenidos en el
embrutecimiento y en la ignorancia: trabajadores capaces de entender y manejar
las máquinas. Por eso, los capitalistas prefieren tratar con obreros
asalariados, libres de las cadenas de la servidumbre y lo suficientemente
cultos para saber manejar la maquinaria.
Pero, después de desarrollar las fuerzas
productivas en proporciones gigantescas, el capitalismo se enreda en contradicciones
insolubles para él. Al producir cada vez más mercancías y hacer bajar cada vez
más sus precios, el capitalismo agudiza la competencia, arruina a una masa de
pequeños y rnedianos propietarios, los convierte en proletarios y rebaja su
poder adquisitivo, con lo cual se hace imposible la venta de las mercancías
producidas. Al dilatar la producción y concentrar en enormes fábricas y
empresas industriales a millones de obreros, el capitalismo da al proceso de
producción un carácter social y va minando con ello su propia base, ya que el
carácter social del proceso de producción reclama la propiedad social sobre los
medios de producción, mientras que la propiedad sobre los medios de producción
sigue siendo una propiedad privada capítalista, incompatible con el carácter
social que el proceso de producción presenta.
Estas contradicciones irreductibles entre el
carácter de las fuerzas productivas y las relaciones de producción se
manifiestan en las crisis periódicas de superproducción, en que los
capitalistas, no encontrando compradores solventes, como consecuencia del empobrecimiento de la masa de la
población, provocado por ellos mismos, se ven obligados a quemar los productos,
a destruir las mercancías elaboradas, a paralizar la producción y a devastar
las fuerzas productivas, y en que millones de seres se ven condenados al paro
forzoso y al hambre, no porque escaseen las mercancías, sino por todo lo
contrario: por haberse producido en exceso.
Esto quiere decir que las relaciones capitalistas
de producción ya no están en consonancia con el estado de las fuerzas
productivas de la sociedad, sino que se hallan en irreductible contradicción
con ellas.
Esto quiere decir que el capitalismo lleva en su
entraña la revolución, una revolución que está llamada a suplantar la actual
propiedad capitalista sobre los medios de producción por la propiedad
socialista.
Esto quiere decir que el rasgo fundamental del
régimen capitalista es la más encarnizada lucha de clases entre explotadores y
explotados.
Bajo el régimen socialista, que hasta hoy sólo es
una realidad en la U.R.S.S., la base de las relaciones de producción es la
propiedad social sobre los medios de producción. Aquí, ya no hay explotadores
ni explotados. Los productos creados se distribuyen con arreglo al trabajo,
según el principio de "el que no trabaja, no come". Las relaciones
mutuas entre los hombres dentro del proceso de producción tienen el carácter de
relaciones de colaboración fraternal y de mutua ayuda socialista entre
trabajadores libres de toda explotación. Las relaciones de producción se hallan
en plena consonancia con el estado de las fuerzas productivas, pues el carácter
social del proceso de producción es fortificado por la propiedad social sobre
los medios de producción.
Por eso la producción socialista de la U.R.S.S.
no conoce las crisis periódicas de superproducción ni los absurdos que éstas
acarrean.
Por eso, en la U.R.S.S., las fuerzas productivas
se desarrollan con ritmo acelerado, ya que las relaciones de producción, al
hallarse en consonancia con dichas fuerzas productivas, abren amplio cauce a
este desarrollo.
Tal es el cuadro que presenta el desarrollo de
las relaciones de producción entre los hombres, en el curso de la historia de
la humanidad.
Tal es la relación de dependencia en que el
desarrollo de las relaciones de producción se halla con respecto al desarrollo
de las fuerzas productivas de la sociedad, y en primer término con respecto al
desarrollo de los instrumentos de producción, relación de dependencia por virtud
de la cual los cambios y el desarrollo que experimentan las fuerzas productivas
se traducen, más tarde o más temprano, en los cambios y el desarrollo
congruentes de las relaciones de producción.
"El uso y la creación de medios de trabajo*
-- dice Marx -- , aunque en germen son ya inherentes a ciertas especies
animales, caracterizan el proceso de trabajo específicamente humano, razón por
la cual Frranklin define al hombre como un animal que fabrica instrumentos. Y
así como la estructura de los restos fósiles de huesos tiene una gran
importancia para reconstruir la organización de especies animales
desaparecidas, los vestigios de los medios de trabajo nos sirven para apreciar
formaciones económicas de la sociedad ya desaparecidas. Lo que distingue a las
epocas económicas unas de otras no es lo que se produce, sino cómo se produce.
. . Los medios de trabajo no son solamente el barómetro del desarrollo de la
fuerza de trabajo del hombre, sino también el exponente de las relaciones
sociales en que se trabaja" (C. Marx, El Capttal, t. I,
pa,g. 121, edicion de 1935).
* Por "medios de trabajo" entiende
Marx, principalmente, los instrumentos de producción. (J. St.)
Y en otros pasajes:
-- "Las relaciones sociales están
íntimamente vinculadas a las fuerzas productivas. Al adquirir nuevas fuerzas
productivas, los hombres cambian de modo de producción, y al cambiar el modo de
producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas sus relaciones
sociales. El molino movido a brazo nos da la sociedad de los señores feudales;
el molino de vapor, la sociedad de los capitalistas industriales" (C.
Marx y F. Engels, t. V, pág. 364).
-- "Existe un movimiento constante de
incremento de las fuerzas productivas, de destrucción de las relaciones
sociales y de formación de las ideas; lo único inmutable es la abstraccion del
movimiento" (Obra citada, pág. 364).
Caracterizando el materialismo histórico, tal
como se formula en el Manifiesto del Partido
Comunista, dice Engels:
"La producción económica y la estructura
social que de ella se deriva necesariamente en cada época histórica,
constituyen la base sobre la cual descansa la historia política e intelectual
de esa época. . . Por tanto, toda la historia de la sociedad, desde la
disolución del régimen primitivo de propiedad comunal sobre el suelo, ha sido
una historia de lucha de clases, de lucha entre clases explotadoras y
explotadas, dominantes y dominadas, en las diferentes fases del desarrollo
social. . . Ahora, esta lucha ha llegado a una fase en que la clase explotada y
oprimida (el proletariado) no puede ya emanciparse de la clase que la explota y
la oprime (la burguesía), sin emancipar al mismo tiempo para siempre a la
sociedad entera de la explotación, la opresión y la lucha de clases. . ."
(Prólogo de Engels a la edición alemana de 1883, Manifiesto del Partido
Comunista ).
d ) La tercera característica de la
producción consiste en que las nuevas fuerzas productivas y las nuevas
relaciones de producción congruentes con ellas no surgen desligadas del viejo
régimen, después de desaparecer éste, sino que se forman en el seno de él; se
forman no como fruto de la acción premeditada y consciente del hombre, sino de
un modo espon táneo, inconsciente, e independientemente de la voluntad de los
hombres. Se forman de un modo espontáneo e independientemente de la voluntad de
los hombres por dos razones.
En primer lugar, porque los hombres no son libres
para elegir tal o cual modo de producción, pues cada nueva generación, al
entrar en la vida, se encuentra ya con un sistema establecido de fuerzas
productivas y relaciones de producción, como fruto del trabajo de las pasadas
generaciones, en vista de lo cual, si quiere tener la posibilidad de producir
bienes materiales, no tiene, en los primeros tiempos, más remedio que aceptar
el estado de cosas con que se encuentra dentro del campo de la producción y
adaptarse a él.
En segundo lugar, porque, cuando perfecciona este
o el otro instrumento de producción, este o el otro elemento de las fuerzas
productivas, el hombre no sabe, no comprende, ni se le ocurre siquiera pensar
en ello, qué consecuencias sociales puede acarrear su innovación, sino
que piensa única y exclusivamente en su interés inmediato, en facilitar su
trabajo y en obtener algún provecho inmediato y tangible.
Cuando algunos de los miembros de la sociedad
comunista primitiva empezaron a sustituir, paulatinamente y tanteando el
terreno, las herramientas de piedra por las de hierro, ignoraban, naturalmente,
y no paraban mientes en ello, qué consecuencias sociales había de tener
esta innovación, no sabían ni comprendían que el paso a las herramientas
metálicas significaba un cambio radical en la producción, cambio que, en fin de
cuentas, conduciría al régimen de la esclavitud; lo único que a ellos les
interesaba era facilitar el trabajo y conseguir un provecho inmediato y
sensible; su actuación consciente se limitaba al estrecho marco de esta ventaja
tangible, de carácter personal.
Cuando, dentro del período del régimen feudal, la
joven burguesía europea comenzó a organizar, junto a los pequeños talleres
gremiales de los artesanos, las grandes empresas manufactureras, imprimiendo con ello un avance a
las fuerzas productivas de la sociedad, no sabía, naturalmente, ni paraba
mientes en ello, qué consecuencias sociales había de acarrear esta
innovación: no sabía ni comprendía que esta "pequeña" innovación
conduciría a una reagrupación tal de las fuerzas sociales, que necesariamente
desembocaría en la revolución, la cual iría dirigida contra el poder real, cuyas
mercedes apreciaba tanto, y contra la nobleza, cuyo rango soñaban con escalar
no pocos de sus mejores representantes; lo único que le preocupaba era abaratar
la producción de mercancías, lanzar una cantidad mayor de artículos a los
mercados de Asia y de América recién descubierta, y obtener mayores ganancias;
su actuación consciente se limitaba al estrecho marco de esta finalidad
tangible.
Cuando los capitalistas rusos, juntamente con los
capitalistas extranjeros, introdujeron en Rusia de un modo intensivo la moderna
gran industria mecánica, dejando intacto el zarismo y entregando a los
campesinos a la voracidad de los terratenientes, no sabian, naturalmente, ni
paraban mientes en ello, qué consecuencias sociales había de acarrear
este importante incremento de las fuerzas productivas: no sabían ni comprendían
que este importante salto que se daba en el campo de las fuerzas productivas de
la sociedad conduciría a una reagrupación tal de las fuerzas sociales, que
daría al proletariado la posibilidad de unir con él a los campesinos y de
llevar a cabo la revolución socialista victoriosa; lo único que ellos querían
era incrementar hasta el máximo la producción industrial, dominar el gigantesco
mercado interior del país, convertirse en monopolistas y sacar mayores
ganancias de la economía nacional; la conciencia con que realizaban aquel acto
no iba más allá del horizonte empírico y estrecho de sus intereses personales.
En relación con esto, dice Marx:
"En la producción social de su vida [es
decir, en la producción de los bienes materiales necesarios para la vida de los
hombres. J. St.], los hombres contraen determinadas relaciones
necesarias e independientes [*] de su
voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de
desarrollo de sus fuerzas productivas materiales" (C. Marx, Obras
Escogidas, t. I, pág. 269).
Esto no significa, sin embargo, que los cambios
ocurridos en las relaciones de producción y el paso de las viejas relaciones de
producción a otras nuevas discurran lisa y llanamente, sin conflictos ni
conmociones. Por el contrario, estos cambios revisten generalmente la forma de
un derrocamiento revolucionario de las viejas relaciones de producción para dar
paso a la instauración de otras nuevas. Hasta llegar a un cierto período, el
desarrollo de las fuerzas productivas y los cambios que se operan en el campo
de las relaciones de producción discurren de un modo espontáneo, independientemente
de la voluntad de los hombres. Pero sólo hasta un determinado momento, hasta el
momento en que las fuerzas productivas que surgen y se desarrollan logran
madurar cumplidamente. Una vez que las nuevas fuerzas productivas están en
sazón, las relaciones de producción existentes y sus representantes, las clases
dominantes, se convierten en ese obstáculo "insuperable" que sólo
puede eliminarse por medio de la actuación consciente de las nuevas clases, por
medio de la acción violenta de estas clases, por medio de la revolución. Aquí
se destaca con gran nitidez el papel inmenso de las nuevas ideas
sociales, de las nuevas instituciones políticas, del nuevo Poder político,
llamados a liquidar por la fuerza las viejas relaciones de producción. Sobre la
base del conflicto
*
Subrayado por mí. (J. St.)
entre
las nuevas fuerzas productivas y las viejas relaciones de producción, sobre la
base de las nuevas exigencias económicas de la sociedad surgen nuevas ideas
sociales, estas nuevas ideas organizan y movilizan a las masas, las masas se
funden en un nuevo ejército político, crean un nuevo Poder revolucionario y
utilizan este Poder para liquidar por la fuerza el viejo régimen establecido en
el campo de las relaciones de producción y refrendar el régimen nuevo. El
proceso espontáneo de desarrollo deja el puesto a la acción consciente del
hombre, el desarrollo pacífico a la transformación violenta, la evolución a la
revolución.
--
"En la lucha contra la burguesía -- dice Marx --, el proletariado se
constituye indefectiblemente en clase. . . , mediante la revolución se
convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, destruye por la
fuerza las viejas relaciones de producción" (Manifiesto del Partido
Comunista, edición de 1938, pág. 52).
Y en
otro lugar:
--
"El proletariado se valdrá de su dominación politica para ir arrancando
gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los
instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado
organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible
la suma de las fuerzas productivas" (Obra citada, pág. 50).
--
"La violencia es la partera de toda sociedad vieja que lleva en sus
entrañas otra nueva" (C. Marx, El Capital, t. II, pág. 788).
He aquí en qué términos formulaba Marx, con
trazos geniales, la esencia del materialismo histórico, en el memorable
"prólogo" escrito en 1859 para su famoso libro Contribución a la
crítica de la Economía política :
"En la producción social de su vida, los
hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su
voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de
desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas
relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base
real sobre la que se levanta la superestructura juridica y politica y a la que corresponden determinadas formas de conciencia
social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la
vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre
la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es el que
determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las
fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de
producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto,
con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta
allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se
convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al
cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la
inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas
transformaciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales
ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse
con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas,
políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas
ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan
por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo
que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación
por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta
conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto
existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de
producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen
todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas
y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para
su existencia hayan madurado en el seno de la sociedad antigua. Por eso, la
humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues,
bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan alando ya
se dan o, por lo menos, se están gestando las condiciones materiales para su
realización" (C. Marx, Obras Escogidas, t. I, págs.
269-270).
Tal es la concepción del materialismo marxista,
en su aplicación a la vida social, en su aplicación a la historia de la
sociedad.
Tales son los rasgos fundamentales del
materialismo dialéctico y del materialismo histórico.
J V. Stalin
Septiembre de 1938.
Saludos Camarada Gayones, les sigo su trabajo desde hace años: Felicitaciones. Estamos Venciendo!
ResponderBorrar"Si las ideas son más poderosas que las armas; por qué dejar que el enemigo tenga idias?" Iosif Stalin